1 Estrella Michelín y 2 Soles Repsol.

Ubicado en la parte superior del acceso a la antigua mina de hierro de Bilbao, justo al lado de la zona de embarcadero, @minarestaurant tiene una vista privilegiada a la ría de Bilbao. El lugar se antoja único y su acceso se abre de modo casi clandestino, accediendo a través de parte de la muralla y subiendo unas escaleras que, nos cuenta Álvaro, formaban parte del antiguo Camino de Santiago.

Su sala se abre diáfana, cómoda y confortable al comensal. Recibe Lara, esposa de @alvarominaboi y acoge con esa sonrisa y calidez tan especial que se mantendrá durante toda la comida…

Una barra central para 8 comensales protagoniza un espacio en el que unas pocas mesas de madera de roble se presentan limpias, sin mantel y con lineas en madera y colores claros. El menú (sólo trabajan con degustación) se establece en función del mercado. Un mercado que tienen justo enfrente, cruzando la ría, que les provee de producto y opciones de temporada con las que Álvaro crea y diseña sus platos. En esta ocasión abrimos con mejillón, cremoso de ajo negro e infusión de champiñón, Ostra Guillardeau escabechada y bonito del Golfo de Bizkaia en caldo dashi, una delicia.

El chef controla el producto, no lo marea, lo presenta limpio y lo trata de forma sostenible y respetuosa. Pocos ingredientes, buenas combinaciones y presentaciones limpias. Son platos muy ligeros y frescos que, al menos en esta ocasión, dan especial protagonismo al mar. Seguimos con la deliciosa sopa de txangurro con yema de huevo en salmuera, la vieira curada en alga kombu y la royal de cebolla morada. Impresiona la berenjena confitada al te rojo y el tuétano en caldo de ave reducido que presenta con patata chip. Finaliza con rape con níscalos y una espectacular molleja de ternera a la brasa con emulsión de especias, un plato redondo.

Son platos que aúnan sabores y reconocen una forma de hacer muy tradicional pero con la vista muy puesta en qué pasa y cómo pasa…..El prepostre, llamado mar, ofrece agua marina con un cítrico helado que logra refrescar y preparar para el chocolate final, con toque picante, avellanas y mantequilla ahumada. Reconozco que no soy de chocolate, nunca lo he sido, pero en este caso me rindo a este delicioso postre.

La música, la carta en papel reciclado, el amable y delicado servicio de Lara y su equipo, la carta de vinos de elaboradores pequeños y locales y buenos txakolís…todo rezuma calidez y buenas vibraciones en este lugar. La luz que inunda el lugar cualquier día para el almuerzo marca nuestra visita para siempre. Sin duda. Una de las mejores opciones para conocer la cocina vasca, de Bilbao, pura y bien elaborada.


1 Michelin Star and 2 Repsol Suns.

Located upstairs from the entrance to Bilbao’s old iron mine, right next to the wharf area, Mina (@minarestaurant) has an excellent view of the city’s estuary. The place feels unique with its practically clandestine entrance through part of the wall and up some stairs that, Álvaro tells us, were once part of the old Camino de Santiago.

The dining room is open and comfortable. Lara, the wife of Álvaro Garrido (@alvarominaboi), greets and welcomes you with that smile and special warmth she maintains throughout the meal.

A central bar for eight diners dominates a space with lines of wood and light colors, and a few pristine oak wood tables without tablecloths. The tasting menu (the only option) is determined by what’s fresh in the market. That market happens to be just across the estuary and provides the seasonal products and options with which Álvaro creates and designs his dishes. On this occasion, we opened with mussel, cream of black garlic and mushroom infusion, pickled Guillardeau oyster, and Bay of Biscay bonito in dashi broth, a delicacy.

The chef is in control of the products and doesn’t get carried away. He serves them clean and treats them from a place of respect and sustainability, with few ingredients, good combinations, and clean platings. The dishes are very light and fresh and — at least in our case — put the sea at the focal point. We continued with the delicious crab soup with pickled egg yolk, the scallop cured in kombu, and the red onion royale. We were impressed by the eggplant in red tea confit and the marrow in intense poultry broth served with a potato crisp. The meal finished with monkfish and milk-cap mushrooms and a spectacular grilled beef sweetbread with a spice emulsion, a well-rounded dish.

These are dishes that fuse flavors and acknowledge a very traditional way of doing things with a firm grasp of what’s happening and how. The pre-dessert, called “mar,” is seawater with a citrusy ice cream that refreshes and prepares you for the chocolate finale with its touch of spice, hazelnuts, and smoked butter. I’ll admit I’m not a chocoholic — I never have been — but I bow to this delicious dessert.

The music, the menu on recycled paper, the friendly and careful service of Lara and her team, the wine list with small local producers and good txakolís — everything here exudes warmth and good vibes. The light that floods the restaurant at lunchtime made our visit one we won’t soon forget. That’s for sure. It’s one of the best options to discover Basque and Bilbao cuisine, pure and well crafted.