De los locales más bonitos de Madrid, excelente la bodega y el horno de los cochinillos. 2 Estrellas Michelin.
¡Por fin! @coquemadrid era el único biestrellado que me faltaba por visitar en Madrid… En tiempos de pandemia tener el privilegio de sentarnos un domingo a comer en Coque es algo que valoro ahora quizás aún más que antes.
Elegante, refinado, brillante, sorprendente, clásico y renovado y con un toque personal único. Eso es Coque. Un local como pocos en Madrid (la antigua discoteca Archy), un recorrido por las instalaciones previo a llegar a la mesa digno de un lugar y un equipo equipo que domina a la perfección los tiempos, las pausas, las secciones y el contacto con el público.
@msandovalcoque conquista con un menú que comienza con un bloody mary de frambuesa y unos snacks en la coctelería y aprovecha el paso por la bodega para la elección del vino y un par de bocados más. La visita ilusiona, el recorrido promete y la calidad de los productos convence como el macarrón de pimentón y torta, exquisito o la hoja con steak tartar de toro bravo. Tras eso, y el brindis de rigor en la sacristía con la luz tenue perfecta para ensalzar aún más la burbuja, llega el paso a la cocina: abierta, diáfana y exquisita en su presentación y trabajo. El buñuelo de trufa melanosporum es digno de reyes y da paso a la visita al horno, dónde el chef, como tradicionalmente hacía su familia hace años, dora y cruje los cochinillos, en plena preparación para el colofón del menú.
@jdiegosandoval nos acompaña a la mesa, esa sala diáfana, clara y dónde los enormes ventanales juegan con la luz de la media tarde en los platos y manteles….Su buen hacer en sala y como maestro perfecto de ceremonias acompaña el ritual.
La sucesión de platos discurre en una sinfonía perfecta con especial mención al guisante lágrima con borraja y mantequilla de oveja, el crujiente de salmonete con erizo al “tikka masala” o la remolacha pasificada con trufa, con una base de caza en su salsa que bien recuerda a la mejor pieza cocinada en el plato. El cochinillo se presenta en tres texturas: chuleta confitada, saam de manita y, la mejor para mí, el clásico con la corteza crujiente, sabrosa y en su punto. Un plato que otorga carácter y personalidad al restaurante y al menú, perfecto en su proporción y acertadísimo en su recorrido.
No hay duda que Mario sabe convencer. Son muchos ya los años que curten a este chef que, acompañado por sus hermanos (Rafael al mando de la excelente bodega) ha sabido mantener la esencia de una cocina que iniciaron sus abuelos 60 años atrás. Ahora, tras convertir sus cocinas en proveedoras de comida social durante la pandemia para miles de familias, retoma los mandos de un restaurante al que apetece volver nada más terminar. Es de esos sitios que pides que no cambien, que siempre mantenga su esencia y perdure en el tiempo para poder dosificar la ración de placer durante muchos años….
Por cierto. Además la casualidad hizo que nos sentáramos @carloslatre y yo a su mesa el mismo día compartido de cumpleaños. Brindamos juntos por ello. ¡Bravo por dos enormes representantes del 30 de Enero!
One of the prettiest restaurants in Madrid, excellent wine cellar and oven for roasting suckling pig. 2 Michelin stars.
Finally! Coque Madrid (@coquemadrid) was the only two-star in Madrid I hadn’t visited yet. Getting the opportunity to sit down for Sunday lunch at Coque during the pandemic is something that I might appreciate even more now than I would have before.
Elegant, refined, brilliant, surprising, classic and updated, and boasting a unique personal touch: that’s Coque. It’s a restaurant like few others in Madrid (in what used to be the Archy nightclub), offering an experience that starts with a tour of the premises before arriving at a table worthy of a restaurant and a team that perfectly masters timing, pauses, sections and contact with the diners.
Mario Sandoval (@msandovalcoque) captivates with a menu that begins with a strawberry bloody mary and snacks at the cocktail bar and continues through the wine cellar where you can choose a bottle and have a few more quick bites. The tour builds excitement and expectation with the impressive quality of products like the exquisite paprika macaron and torta and the steak tartare of Toro Bravo. This is followed by an obligatory toast in the sacristy with the perfect dim light to let the bubbles really shine, before moving into the kitchen: sweeping, open, and exquisite in its presentation and work. You enjoy a black truffle fritter, fit for a king, on your way to the oven, where the chef, true to family tradition, browns and crisps the suckling pigs that will become the menu’s climax.
Juan Diego Sandoval (@jdiegosandoval) escorts us to the table in the bright open-plan dining room where the enormous windows create a play of afternoon light on the dishes and tablecloths. He is a front-of-house expert and a perfect master of ceremonies to accompany us through this ritual.
The succession of dishes arrives in a perfect symphony, with special mention going to the tear pea with borage and sheep’s butter, the crispy red mullet with tikka masala sea urchin, and the sun-dried beet with truffle and a game-based sauce that recalls a perfectly cooked piece of meat. The suckling pig is presented in three textures: a confit chop, trotters ssam, and, my personal favorite, the classic version with crispy skin, perfectly cooked and delicious. The dish gives the restaurant and the menu its character and personality, in perfect proportion and just the right way to finish the feast.
Mario sure knows how to make an impression. He has been ripening as a chef for many years now, accompanied by his brothers (Rafael manages the excellent wine cellar), and has been able to preserve the soul of the cuisine their grandparents started 60 years ago. Now, after converting their kitchens into soup kitchen suppliers during the pandemic to feed thousands of families, he is back behind the wheel of a restaurant you’ll want to return to as soon as the meal is over. It’s one of those places you hope never changes, maintaining its essence and standing the test of time to continue providing pleasure for years to come.
By the way, fate had it that Carlos Latre (@carloslatre) and I sat down at the restaurant on his birthday, which he happens to share with the chef. We toasted to them together. Bravo to the two wonderful representatives of January 30th!