En 2026 cumplirá 40 años desde su apertura. 2 Estrellas Michelín.
Es indescriptible el revoloteo en el estómago cuando sigo sentándome en las mesas de los grandes templos culinarios de este país. Y si encima sus artífices son dos de los mejores, más divertidos y entrañables personas que hay en el panorama gastronómico de España, la ocasión se torna inolvidable…
Atrio lleva en su genoma la pureza del producto, el riesgo de la zona dónde se enclava una sublime obra arquitectónica en medio de un paraje de construcciones góticas, renacentistas y únicas y una preciosa y duradera historia de amor. Toño y Jose son el porqué de todo, el origen de cada pensamiento y el alma del hotel y del restaurante.
“Ya verás cómo está el menú del cochinito” me susurra Toño nada más llegar. El equipo, el recibimiento, la acogida…todo en Atrio está preparado y dispuesto para que la experiencia sea una de las más confortables y perdurables en la memoria individual de cada comensal…
La visita a la bodega es obligada. El templo del lugar, la cripta, el corazón palpitante de una (sino la más) importante bodega de Europa, sin más. Reliquias, tesoros y caldos centenarios que reposan en un perfecto orden y relajado ambiente que José ha diseñado y preparado y que el gran summiller Jose Luís Paniagua exhibe con el orgullo y la pasión que requiere la visita. Única.
La cocina de Toño transmite cercanía, una relajante sensación de dejarse llevar… En Tiempos de Sol, como reza el menú de temporada que degustamos la lionesa con panceta ahumada o la aceituna cacereña con lino y amaranto dan paso a un menú único, dónde el cerdo, sus derivados y la magia de sus mil preparaciones es el centro. El baile discurre por platos como el jamón, la mahonesa y el tomate, la tempanadilla de toro, manteca y comino (“¡cómo triunfamos en Nueva York con este bocado!” nos explica Toño en una de sus agradecidas y maravillosas salidas a sala) o el bollo de tinta con calamar y guiso de oreja… Tiene personalidad, fuerza, una dulce sensación que incluye todos los sentidos….LAs vieiras y manitas en milhojas tostadas con caviar y caldo y el flan de papada y caviar preparan el salto a los platos más tradicionales dónde, sin embargo, la luz de una cocina rompedora convierte los pases en descubrimientos excepcionales….La carbonara con lomo ahumado, el lagarto ibérico en esferas con callos de bacalao o la maravillosa presa con costra de semillas y puré de patatas son buen ejemplo de ello. Cada bocado una sonrisa.
¡Hay tanta verdad en esos platos! Transmiten esfuerzo, honradez y fluyen de un modo único, que no pretenden impresionar más que convencer, que emocionan….El cerdo está presente en los postres con el chocolate ibérico con café y jamón rancio…¡¡cómo es posible tal combinación!! o el jamón y queso en bizcocho de matcha y membrillo.
No te has levantado de la mesa y ya estás pensando en volver….esta vez nosotras (me acompaña en el ágape mi hija, que con 15 años vive momentos tan únicos e irrepetibles como estos) viajamos con el pretexto de acudir al estreno de “Golfus de Roma” en Mérida, pero Atrio no necesita pretexto….Es de obligada visita y parada. Su jardín, la eterna sonrisa de todos sus integrantes, la calidez de Toño y Jose, su generosidad….A veces la vida tiene regalos que merecen ser degustados en sorbos pequeños…Aunque el recuerdo sea de una gran magnitud.
It will have been open for 40 years in 2026. 2 Michelin stars.
The flutter I feel in my stomach every time I sit at the tables of this country’s greatest culinary temples is indescribable. And if on top of that the food is coming courtesy of two of the best, funnest and most entertaining people on Spain’s gastronomy scene, the occasion becomes unforgettable.
Atrio has purity of product in its DNA, the risk of the area where a sublime work of architecture is set among a backdrop of unique Gothic and Renaissance buildings and a beautiful and enduring love story. Toño and Jose are the why behind it all, the origin of every thought, and the soul of the hotel and restaurant.
“You’ll see how good the suckling pig menu is,” Toño whispers to me as I arrive. The team, the reception, the welcome…everything at Atrio is prepared and ready to make the experience one of the most comforting and lasting in the individual memory of each diner.
A visit to the bodega is a must. It’s the temple, the crypt, the beating heart of one of Europe’s most important wine cellars (if not the most), right there. It’s full of relics, treasures and hundred-year-old bottles resting in perfect order with a relaxed atmosphere designed and prepared by Jose and that the great sommelier Jose Luís Paniagua shows off with the pride and passion warranted by such a visit. It’s like nothing else.
Toño’s cooking transmits closeness, a relaxing feeling of being carried away. The seasonal menu, called Times of Sun, starts with a beignet with smoked pancetta and a Caceres olive with linseed and amaranth, paving the way for a singular menu where pork, its derivatives and the magic of its many preparations take center stage. The dance evolves through dishes like the ham, mayonnaise and tomato; the empanada with taro, lard and cumin (“this bite was a huge hit in New York” Toño explained to us in one of his wonderful and well-appreciated appearances in the dining room); and the squid ink bun with stewed pig’s ear. It has personality, strength, and a sweet sensation that includes all the senses. The toasted scallops and pig’s trotters millefeuille with caviar and broth, and the dewlap and caviar flan prime you for the leap to more traditional dishes where, nevertheless, the light of a groundbreaking cuisine converts the courses into exceptional discoveries. The carbonara with smoked pork loin, the Iberico eye round spheres with cod cheeks, and the marvelous sesame-crusted shoulder loin with potato puree are a good example of it. Every bite is a smile.
There is so much truth in these dishes! They convey effort, honesty, and flow in a singular way, attempting to convince rather than impress, exhilarating. Pork is present in the desserts too, with the Iberico chocolate with coffee and rancio ham—how is such a combination even possible!?—and the ham and cheese in matcha sponge with quince jelly.
Before leaving the table you’re already thinking about returning. On this occasion I was accompanied by my daughter, who at 15 is already experiencing such unique and once-in-a-lifetime moments as these. We were there with the pretext of attending the premiere of “A Funny Thing Happened on the Way to the Forum” in Mérida, but Atrio needs no pretext. It is a must to stop and visit: its garden, the eternal smile of everyone there, the warmth of Toño and Jose, their generosity. Sometimes life has gifts that deserve to be enjoyed in small sips…Even if the memory is large in scale.