Dispone de un jardín interior.
Windsor es uno de esos lugares dónde es fácil acostumbrarse a ir a comer los domingos. Tiene la excelencia de uno de los más selectos y excelentes lugares de comida catalana en Barcelona y, a la vez, esa sensación de confort que ofrece un magnífico servicio y una cocina impecable.
Cocina catalana. De la de toda la vida. Adaptada a las nuevas sensibilidades y necesidades de la gastronomía actual. Platos revisitados desde la localidad y temporalidad de sus productos y la cercanía de los productores que abastecen sus cocinas.
De esa comunión, tan deseada hoy en día por la mayoría de los restaurantes arraigados a la tradición en sus fogones, nace la carta, clásica pero no antigua, regia pero no rígida que los chefs Carlos Alconchel y David Rodríguez ofrecen en el restaurante, ubicado en un precioso edificio modernista de la Ciudad Condal.
Abre el menú un bocado de sardina ahumada con mayonesa cítrica. Optamos por la alcachofa de temporada, en esta ocasión con trufa, parte del menú de invierno que el restaurante ofrece este año, junto con la caza, otro de sus puntos fuertes….
Probamos las croquetas de “carn d’olla” con jamón, una verdadera delicia, antes de las lonchas de pilota de caldo a la plancha con col y garbanzos, una magnífica propuesta para los que, como yo, adoramos esa masa de carne, cocida dentro del caldo de la escudella catalana y servida, en esta ocasión, bien tostadita por fuera.
No podemos dejar de probar un bocado de caza, que ofrecen en ración pequeña en el ravioli, relleno de liebre a la royal, foie y membrillo. Un plato en el que echo a faltar más untuosidad y soltura a la hora de servirlo, quizás con un relleno un poco más líquido….
El pulpo con parmentier trufada, pistachos y setas no presenta especial atención. Sí lo hace el steak tartar, preparado (como debe ser) con previa degustación del punto de picante al comensal. Untuoso, cremoso y con buen corte de carne.
El lugar apetece. Se presenta lleno de público entrajado y gente de “casa bien” como solía decirse años atrás….Pero se puede convertir en una magnífica opción de domingo para un día especial.
It has a garden inside.
Windsor is one of those places where it’s easy to get into the habit of going for Sunday lunch. It is one of the most select and excellent places to enjoy Catalan cuisine in Barcelona, providing that feeling of comfort you get from magnificent service and impeccable food.
It’s Catalan food of the traditional kind, adapted to the new sensibilities and needs of today’s gastronomy. The dishes have been revisited from the locality and seasonality of the products, and the proximity of the vendors who supply its kitchens.
The menu is born of that communion — much sought-after these days by most restaurants whose cuisine is rooted in tradition. It’s classic without being old-fashioned, regal without being rigid, designed by chefs Carlos Alconchel and David Rodríguez, and enhanced by its location in a beautiful Modernist building in Barcelona.
The menu opens with a bite of smoked sardine with citric mayonnaise. We ordered the seasonal artichoke with truffle that — along with game meats, another strong point — form part of this year’s winter menu.
We tried the “carn d’olla” croquette with ham, which was truly delicious, followed by the grilled meatball slices with cabbage and chickpeas, a wonderful option for those who, like me, adore that meat delicacy cooked in Catalan “escudella” broth and served, on this occasion, crispy on the outside.
We of course had to try some game, appearing in a small portion in a ravioli stuffed with Royal-style hare, foie and quince preserve. I would have liked it to be even more unctuous and loose on the plate, perhaps with a slightly more liquid filling.
The octopus with truffled parmentier, pistachios, and mushrooms doesn’t merit any special attention. The steak tartare, however, does, prepared — as it should be — based on the diner’s preferred level of heat. It’s smooth and creamy and the meat is well-cut.
It’s an appetizing place, full of well-dressed people from “good houses”, as they used to say. But it could also be a wonderful Sunday option for a special occasion.