2 ex chef del Restaurante Disfrutar.
Otro buen y válido ejemplo de las numerosas aperturas de gastrobares, tabernas, casas de comidas, vermuterias y street Foods que está teniendo Barcelona y que tanto aplaudimos los amantes de este tipo de gastronomía. El hecho diferencial en @tabernakamikaze es, sin duda, el toque asiático en varios de sus platos. Contundente ese acento japonés en los 3 niguiris de la carta, a cual más estupendo (atún salvaje, anguila ahumada del Delta y vaca rubia gallega). Ideales para iniciar la travesía junto con la hoja de shisho en tempura rellena de mejillones en escabeche picante (imprescindible) o el tataki de rubia gallega con miso tostado (justo y sin esa explosión final que te haga exclamar el uuuaaauuu). Detectamos en este punto, gracias a la aportación de una ávida comensal, que los platos de pescado merecen mucho más y tienen un final mucho más redondo que los de carne… Justifica la vista al lugar la increíble escórpora a la brasa con mantequilla de ponzu, un plato para el que necesitamos repetir servicio de pan y no dejar ni gota. Magnífica, perfecta y deliciosa. Acabamos todos los comensales chupándonos los dedos (bien justificadas las toallitas húmedas que sirven al finalizar…por cierto, con un aroma buenísimo, difícil también este detalle en muchos otros lugares). Rematamos con la raya con meuniere de anguila y huevas de pez volador, otro acierto de pleno del menú. Maravillosa textura y cremosidad, untuoso y explosivo, brutal.
Muy destacados los postres, de momento sólo un pistacho te matcha y el cremoso de chocolate con bizcocho de praliné de avellana, muy recomendables ambos.
Conviven técnica y fusión. Mucho aprendizaje a sus espaldas (los dos chefs, Arístides @arisaduritz y Enric, @enricbr, se conocieron y curtieron en Disfrutar) y valentía. Riesgo controlado para lograr una fusión proporcionada y sorprendente. Muy mejorable, eso sí, el servicio en sala. No por la amabilidad y simpatía de Camila y Shirli ( sonrientes, diligentes y correctísimas explicando los platos) sino porque las mesas a rebosar, las reservas en dos turnos y los comensales apremian y necesitan mucha más ayuda en sala de la que hay. No está al nivel de la cocina que en mesa haya que pedir que cambien los platos, que renueven las cuberterías, que sirvan vino o que traigan pan… Aspecto a mejorar de forma inmediata pues ya son varias las opiniones que leo en este sentido al respecto y coincidimos los comensales en la valoración…
Esperando la evolución en sala y con los vinos (dos de los que pedimos ya no estaban disponibles) la cocina toma la delantera en este lugar dónde, aún con fallos, sales con la sensación de haber vivido una muy buena primera experiencia y querer repetir pronto. Mucho talento y ganas en un lugar diferente y en transformación nada más arrancar.
Two former chefs from the restaurant Disfrutar.
This is another good and valid example of the many new gastrobars, taverns, restaurants, vermouth bars, and street food spots currently opening their doors in Barcelona, that we who love this type of gastronomy are such fans of. What sets apart Taberna Kamikaze (@tabernakamikaze) is, without a doubt, the Asian flourish of many of its dishes. That Japanese accent is strong in the three nigiri on the menu, all excellent (wild tuna, smoked Delta eel, and Rubia Gallega beef). They are a perfect way to start the journey, along with the tempura shiso leaf stuffed with mussels in a spicy escabeche and the Rubia Gallega tataki with toasted miso (fine and without that final explosion that makes you go wowwwww). At that point, thanks to the advice of an avid diner, we figured out that the fish dishes are much better and have a much rounder finish than the meat dishes. The incredible grilled red scorpionfish with ponzu butter is worth the visit — it had us ordering more bread so as not to leave a drop on the plate. Magnificent, perfect, and delicious. Every diner ended up licking their fingers, and the wet wipes they provide afterward are well justified (and by the way have a wonderful aroma, something you rarely find). We finished off with the skate with eel Meunière and flying fish roe, another great choice. It had a marvelous texture and creaminess and was fantastically unctuous and explosive.
The desserts were a highlight, for the moment just a pistachio matcha tea and a chocolate cream with hazelnut praline sponge cake, both strongly recommended.
Technique and fusion coexist here. There’s lots of learning behind it — the two chefs Arístides (@arisaduritz) and Enric (@enricbr) met and came up together at Disfrutar — as well as courage. It’s an exercise in controlled risk in order to achieve a commensurate and surprising fusion. That said, the service in the dining room could use some improvement. Not for the kindness and friendliness of Camila and Shirli, who are sunny, diligent, and explain the dishes very well, but because of the overstuffed tables, the reservations in two seatings, and that customers appreciate and need much more help than they’re getting. It’s not up to the level of the cooking when you have to ask for new dishes, new flatware, or for them to serve wine or bring bread. It’s something to improve immediately because several opinions have already been written about it that agree on this point.
While waiting for the dining room and wines to evolve — two of the bottles we ordered were no longer available — the kitchen takes the lead. It’s not perfect, but you do leave with the feeling of having had a very good first experience and a desire to return soon. There’s lots of talent and enthusiasm in this unique new place that’s already in transformation.