En el mismo local, arriba, el Barra Fina, con platillos más informales.

Seguramente a muchos les haya llegado el primer conocimiento de este restaurante por el premio a la mejor croqueta que le otorgaron en 2018 y el mejor escabeche en 2020….Ya serán los menos porque, sin duda, Santerra es ya seña de identidad propia en Madrid de calidad, producto y gran conocimiento a los fogones.

Precisamente esos platos, las croquetas (que pedimos) y el escabeche de codorniz (como aperitivo) abren nuestro ágape en Santerra. Excelentes ambos. Dignos merecedores de esos reconocimientos.

Hay que diferenciar los 3 espacios que tienen en Madrid. En el primero conviven el restaurante con Santerra Barrafina, un espacio mucho más informal, con terraza y platillos más desenfadados. En la Calle Ponzano tienen Santerra Neotaberna, quizás el “hermano pequeño” de todos ellos.
El local respira paz, sensación de que algo grande pasa en cocina y se ofrece en sala a los mandos de un equipo profesional, comedido y riguroso a los mandos de María García, una dulce compañía en la explicación de los platos y las recomendaciones (por ejemplo las medias raciones, que nos convencen para poder probar más creaciones).

Santerra huele a campo, a caza, a sotobosque, a arboleda, lluvia y humedad. A río, fogones y leña….Todo converge en manos de este chef manchego (Ciudad Real) que traslada lo que él dice que pasaba en su casa (llegaban las piezas de caza y su madre las cocinaba con maestría, tiempo y cuidado) a la mesa de un rincón del barrio de Salamanca en dónde, lo confieso, no te imaginas lo que te vas a encontrar en el plato…..Sorpresa positiva que culmina con platos como las vainas con tartar de gambas, las chantarelas con sabayón de trufa de verano y polvo de croissant, las cebolletas asadas con holandesa de anguila ahumada o el arroz de butifarra negra, caracoles y garbanzos….Nos quedan pendientes muchos platos, recorrer los pasos del menú degustación que, por falta de tiempo, no podemos hacer….Nos queda pendiente la caza, apetece probarlo todo….Me enamora esa sensación de placidez con la que uno come en Santerra. Mención especial para los postres, originales y tremendamente suculentos. Atención a los piñones con sopa cana y resina de pino (creo que volvería a diario para terminar mis comidas así), el flan de leche fresca y chantilly o los higos….¡¡qué delicia!!

Ya estamos buscando día para volver. Mientras tanto podemos consolarnos con la opción del delivery, que realizan desde la pandemia, y que permite tener esos pequeños bocados de felicidad en casa…. Qué gran casa y cuánto buen trabajo en su cocina.


Barra Fina is upstairs, serving more informal small plates.

Many of you likely first heard about this restaurant when it won the prizes for best croquette in 2018 and best escabeche in 2020. Those are now the least of it, as Santerra has unquestionably become a hallmark of quality, products and cooking expertise in Madrid.

It was precisely those two dishes—the croquettes (which we ordered) and the escabeche of quail (the amuse bouche)—that opened our feast at Santerra. Both are excellent and well worthy of those accolades.

The group has three different venues to choose from in Madrid. The first houses the restaurant and Barra Fina , a much more informal space with a terrace and casual small plates. On Calle Ponzano there is Neotaberna, which you might call the “little brother” of the bunch.

The space radiates peace, and the feeling that something big is happening in the kitchen. The dishes are served in the dining room by a professional, restrained and rigorous team led by María García, with pleasant explanations and recommendations (like convincing us to order half portions, to try more of their creations).

Santerra smells of country, of hunting, of underbrush, of trees, rain and humidity. It smells of river, stoves and firewood. Everything comes together in the hands of this chef from La Mancha (Ciudad Real) who translates his memories of home (the pieces of game would arrive and his mother would masterfully cook them with time and care) to your table in a corner of the Salamanca neighborhood where, I confess, you have no idea what you’re going to find on the plate. It’s a positive surprise that culminates with dishes like the pea pods with prawn tartare, the chantarelles with summer truffle zabaglione and croissant powder, the roasted scallions with smoked eel Hollandaise, and the rice with black butifarra sausage, snails and chickpeas. There are many more dishes we’d like to try, as well as the tasting menu, which we didn’t have time for on this occasion. The game options remain a pending matter; we want to try everything! I love that feeling of calm you get eating at Santerra. Special mention goes to the desserts, which are original and tremendously succulent. Don’t miss the pine nuts with bread pudding and pine resin (I think I would go back every day to end my meals that way), the fresh milk and Chantilly cream flan and the figs…what a delicacy!!

We’re already looking for another day to return. Meanwhile we can console ourselves with the delivery service, which they’ve been doing since the pandemic began, allowing us to enjoy those small bites of happiness at home. What a great restaurant and what wonderful work being done in its kitchen.