Rilke, Barcelona. Cuando comer se puede convertir en arte y el lugar en el mejor protagonista…
Rafa Peña, uno de los chef estrella del momento se lanza a la aventura de abrir su segundo local (tras el maravilloso Gresca), en esta ocasión junto a Jaime Tejedor (durante años en Saüc). El resultado es una magnífica opción para comer con calidad y buen producto, en una sala de estilo neoclásico en un edificio modernista dónde lo mejor, hasta el momento, es el lugar. Una solemne coctelería da la bienvenida a la sala, romántica y regia, clásica y delicada.
Coctelería vintage, salón amplio, señorial y poético
La carta, breve. Los platos ajustados de precio y en medias raciones para poder compartir y degustar (a falta de menú degustación). Nosotros nos decantamos por el delicioso trinxat de patata y judía del ganxet, el canelón de faisán, los originales pero un poco sosos calamares a la carbonara, la intensa terrina de ternera con alcachofas y el sabroso y en su punto arroz de pescado de roca.
La opción es perfecta para comer al mediodía. Para una reunión familiar o de negocios. Pero la oferta, en mi opinión, queda escasa en variedad, creatividad o riesgo. Imagino que la evolución (el restaurante apenas tiene unos meses de vida) incluirá esas escalas, pero sin duda yo me decanto por la barra del Gresca.
Rilke, Barcelona. When eating becomes an art form and the place its greatest star…
Rafa Peña, one of the hottest chefs right now, is embarking on the adventure of opening his second restaurant (after the marvelous Gresca), this time together with Jaime Tejedor (who was at Saüc for years). The result is a magnificent option for quality dining on good products, in a Neo-classical-style dining room in a modernist building where the best part, up until now, is the surroundings. A solemn cocktail welcomes you to the dining room, which is romantic and regal, classic and delicate.
Vintage cocktail bar, large dining room, stately and poetic
The menu is short. The dishes are well-priced and available in half portions that favor sharing and tasting different things (as opposed to offering a tasting menu). We chose the delicious trinxat made with potatoes and Ganxet beans, the pheasant cannelloni, the original – albeit somewhat bland – calamari a la carbonara, the intensely flavorful beef terrine with artichokes and the flavorful and perfectly cooked rice with rockfish.
The place is perfect for lunchtime, a family gathering or a business lunch. But the offering, in my opinion, is somewhat limited in terms of variety, creativity and risk taking. I imagine that the evolution (the restaurant only opened a couple of months ago) will include these scales, but without a doubt, I prefer the bar at Gresca.