Una de las nuevas y destacadas propuestas gastronómicas de este año. Ya llevan unos meses abiertos en pleno “barri Adrià” y se empieza a “correr la voz” sobre la casa de comidas de los hermanos García.

Producto fresco, de proximidad, slow food

Víctor y Mario ofrecen en un pequeño local con cocina a la vista y alma de bistró un pequeño surtido de buen hacer gastronómico y muchas ganas. No hay carta. No contemplan mantener platos fijos. Compran lo que mejor consideran para la oferta diaria (con menú laboral incluido) y elaboran 30 o 40 raciones de cada al día. Con riesgo de quedarte sin probarlo. Utilizan la proyección en la pared para anunciar los platos del día y Mario se encarga de exponerlo en sala y recomendar. El servicio es atento pero nuestro ágape no se inicia con buen pie. Unos espárragos, recomendación de la casa, cocidos en agua demasiado salada nos sorprenden a la vez que nos extrañan… El resto de la comida transcurre sin problema y con alguna grata elección pero sin demasiado margen para la sorpresa. Correcta la tortilla, un punto demasiado subido el picante de los callos y excelente el punto de la ventresca del atún bluefin.

Sólo un par de comentarios, quizás demasiado personales, pero que opto por hacer: cabría revisar la música ambiente, demasiado llevada al extremo con ritmos heavies y metálicos para un local más sutil y directo con visos de lugar familiar y de vermú para el domingo y, ¿por qué no trocear mucho más la galleta del postre con el fin de hacerla más fácil a su recogida con la cuchara?.

Nos quedan ganas de volver. Quizás hoy no ha sido el mejor día de Plata Bistró pero seguro que vale la pena repetir la visita. La recuperación de la tradicional “casa de comidas” es ya una realidad en la Ciudad Condal con locales como el Plata. ¡Que no falten nunca!!


One of this year’s new and outstanding gastronomic proposals, the restaurant has already been open for months in the heart of “barri Adrià,” and now word is getting around about this new eatery from the García brothers.

Fresh, local products, slow food

Housed in a small locale with an open kitchen and the soul of a bistro, Víctor and Mario serve up a small selection of culinary know-how and ample enthusiasm. There’s no menu, and they don’t plan on having any fixed dishes. They buy whatever looks best for the daily menu (including the weekday lunch menu) and prepare 30 to 40 portions of each thing every day – meaning you run the risk of not getting to try something. They project the list of the day’s dishes on the wall, and Mario is tasked with presenting it and making recommendations. The service is attentive, but our meal doesn’t get off to a good start. The asparagus, a recommendation of the house, have been cooked in over-salted water, which is both surprising and odd. The rest of the meal continues without incident and with a few welcome choices, but without a lot of margin for surprise. The tortilla is correct, the callos(tripe) have just a tad too much spice, and the bluefin tuna belly is cooked perfectly.

Just a few comments that are perhaps too personal, but that I have decided to share: it would be a good idea to revise the musical selection, which has a tendency to lapse into heavy metal beats that are too much for this subtle and direct restaurant that seems more like a family place, or one for a Sunday vermouth (aperitif). And why don’t they chop up the cookie in the dessert a lot more so that it’s easier to pick up with your spoon?

We’ll be back. Maybe today wasn’t the best day for Plata Bistró, but I’m sure that it’s well worth a return visit. The recovery of casas de comidas (typical restaurants) in Barcelona is now a reality, thanks to places like Plata. May they never disappear!