Sólo 40m2 en una terraza exterior con increíbles vistas.

Con apenas un año y medio de vida NADO restaurante se ha consolidado ya como una de las ofertas más potentes de cocina gallega en Madrid. Ivan Domínguez traslada su propuesta de cocina honesta, sin artificios y con sabor atlántico a la capital (tras afianzarla en su restaurante del mismo nombre en A Coruña), en un espacio arriesgado y armónico que aúna cocina y sala en un mismo local compartido.

Vale la pena el menú degustación que propone (cambiante a diario según el mercado), que permite recorrer los ejes vertebradores de su propuesta por 75€(sin bebidas). Una muy buena forma de navegar de su mano por el producto que trae directamente de tierras gallegas.

Un despliegue de 5 aperitivos abre el ágape. A destacar la remolacha y el puerro, en sabores puros y sin apenas artificios. Cada salsa tiene su justificación. Y complementa el sabor sin disfrazarlo.

Delicioso el mejillón en escabeche, sorprendente las fabas de Lourenzá sin almejas (que se utilizan para la crema que las acompaña), crujiente y sabrosa la menestra con caldo de jamón y tierno y meloso el pulpo. El solomillo de vaca tratado como en roastbeef con aderezo de mostaza y la raya a la meûniere cumplen ampliamente como los últimos platos salados de un menú muy equilibrado en cantidades y pesadez (es realmente ligero y fresco).

Los postres están a la altura. La sopa de frambuesa con caldo de tomate es fresca y armoniosa y precede al flan, tan famoso ya entre sus seguidores y con la especial característica de estar hecho al vapor y no cocido. Quizás eso lo convierta en uno de los más sabrosos y ligados que he probado.

Echo de menos conocer a @ipuntodominguez y trasladarle mi agradecimiento por traer recuerdos, olores y sensaciones de gallegos fuera del terruño. Como gallega de familia, sentimiento y afición necesito compartirlo, afianzar la sensación de tener un trocito de casa en Madrid. La apuesta es valiente y, en mi humilde opinión, aún podría dar más de sí. Afianzar formas de hacer, productos autóctonos, cocinados de toda la vida y recetas ancestrales en un lugar dónde sentirse como en casa….Pero el camino promete y deseo ya llegar a Coruña para sumergirme de nuevo en las aguas salinas y frescas de este chef, ya imprescindible en la capital.


A mere 40 m2 on an outdoor terrace with incredible views.

In just a year and a half, Nado has already become one of the best places for Galician food in Madrid. Ivan Dominguez brings his honest, stripped-down cooking with Atlantic flavors to the capital after having perfected it at his restaurant of the same name in A Coruña, in a risky and harmonious locale where the kitchen and dining room share the same space.

The tasting menu, which changes daily depending on the market, is absolutely worth it, taking you on a trip through the chef’s mainstays for €75 (drinks not included). It’s a great way to let him guide you through the products that he brings in directly from Galician lands.

A selection of five appetizers opens the feast, highlights of which include the beet and the leek, with pure flavors and no bells and whistles. Every sauce is justified, and complements, rather than cloaks, the flavors.

The mussel in “escabeche” is delicious; the Lourenzá fava beans without clams (which are used in the accompanying sauce) are surprising; the vegetable stew with ham broth is crunchy and toothsome; and the octopus is silky and tender. The roast beef tenderloin with mustard and the skate “à la meunière” are fantastic as the last savory plates in a tasting menu that is very well balanced in both quantity and substance (actually, it’s light and fresh).

The desserts rise to the occasion. The raspberry soup with tomato broth is fresh and harmonious, followed by the flan, now so famous among its followers, with the special quirk of being steamed rather than baked. Perhaps that’s what makes it among the most unctuous and delicious I’ve ever tried.

I’d love to meet Ivan Dominguez (@ipuntodominguez) and thank him for extending Galician memories, aromas, and sensations beyond the region itself. As a Galician of family, heart, and mind, I feel the need to share it, and to celebrate the feeling of having a piece of home in Madrid. The menu is bold and, in my humble opinion, could go even further in promoting methods, local products, traditional dishes, and ancestral recipes in a place that feels like home. But the path is promising and has me yearning for a trip to A Coruña to once again dive into the fresh, salty waters of this chef, who is now indispensable in the capital.