Auténtica cocina coreana. Con opción (planta superior) de tapas coreanas.
Con todas las opciones de servicio posible (take away, delivery, tapas o restaurante a la carta y en menu degustación) este restaurante ocupa ahora el local que antaño tanto frecuentamos en la Calle Braganza cuando era Le Cabrera.
Cuenta la leyenda que el chef @cheflukejang, tras su periplo por más de 15 países, consiguió un stage en El Bulli tras permanecer varios días instalado con su tienda de campaña en la puerta del de Roses…
Su trabajo con Ferrán Adriá le cambió la vida. Tras éste se afianzó en Mugaritz y, probablemente de ese esfuerzo y trabajo, nació su voluntad incansable de no parar hasta conseguir lo que se propone.
En Madrid ya le conocimos con Soma, restaurante fruto de su pasión por los fogones. Ahora, se consolida con @lukerestaurante, su última propuesta
Luke personalmente nos atiende, con esa sonrisa dibujada bajo su mascarilla, y con todo el cariño que pone en sus platos y explicaciones. El kimchi con parmesano y hueva de trufa como aperitivo no emociona pero se acepta, así como el fermentado que se repite en el cilindro con ibérico y ostra.
El ssam de panceta ibérica y cebolla y el pepino de mar fermentado se desdibujan ante, para mí, los platos más destacados del menú degustación: la anguila del Deltebre con leche vegetal, caramelo de kimchi y puerro chino y el excelso foie gras, sólo aptos para adictos (como yo) al preparado de hígado que Luke acompaña con arroz glutinoso fermentado con malta. Diferente, original, consistente y emulsionado en su conjunto. Un acierto…pese a que a mis acompañantes no les da la misma sensación….
Cada plato tiene su historia, cada historia tiene su explicación y cada explicación de Luke acompaña a un momento de su vida: su familia, sus vivencias, su aprendizaje y hasta su supervivencia conviven en este menú, prueba fehaciente de que quien persevera, lo consigue. Quizás mejor la historia y el trasfondo que el recorrido….
Para mí el postre es el mejor momento del ágape. El choclo, maíz tierno, en combinación con el tostado y el preparado en tofee es una delicia, sin el dulzor extremo de un postre convencional y con todos los ingredientes para satisfacer a los amantes del último pase previo al café…
El menú se ofrece por 65€ y permite conocer una cocina que, no por muy visitada, deja de sorprendernos. Sin embargo vivo la experiencia de fusión chino-coreana-mediterranea sin la emoción de otros lugares. creada con la expectativa de la visita…. No me acompaña la poca luz del local, para mí pendiente de revisión de diseño, y el menú discurre a ritmo sosegado, quizás demasiado, amainado aún más por la sensación de no estar viviendo algo único ni inimitable. No logro la conexión con la propuesta y me apena esa gélida sensación.
Queda pendiente la visita al piso superior, con tapas que prometen, quizàs, más diversión.
Authentic Korean cuisine. Korean tapas served on the upper floor.
Offering all the different service options possible (take away, delivery, tapas, à la carte, tasting menu), this restaurant now occupies the locale we used to visit often on Calle Braganza, back when it was Le Cabrera.
The story goes that after a wandering jaunt through more than 15 countries, chef Luke Jang (@cheflukejang) secured a job at El Bulli after spending several days camped out in the fishing village of Roses. His work with Ferrán Adriá changed his life. He then honed his powers at Mugaritz; that hard work and effort is probably responsible for his untiring devotion to relentlessly persevere.
In Madrid we already knew him from Soma, a restaurant born from his passion for cooking. Now he has opened Luke (@lukerestaurante), his latest venture.
Luke attended to us personally, with that smile shining from under his mask, and with all the care he brings to his dishes and explanations. The kimchi with parmesan and trout roe is slightly lackluster but acceptable, as is the kimchi in cylinder form with Iberico ham and oyster which appears next.
The Iberico pork belly and onion ssam and the fermented sea cucumber, in my opinion, faded in comparison to the tasting menu’s star dishes: the Deltebre eel with vegetable milk, kimchi caramel and Chinese leek; and the sublime foie gras, perfect for addicts (like me), which Luke pairs with glutinous rice fermented with malt. It’s different, original, consistent and emulsified together… a great choice.
Each dish has its story, each story has its background, and everything Luke explains is linked to a moment in his life: his family, his experiences, his learning and even his survival coexist in this menu, strong proof that those who endure conquer. The story and the background may even outshine the meal itself…
The best moment for me comes with the dessert. The choclo (fresh corn) combined with the toasted corn and toffee is a delight, avoiding the excessive sweetness of a conventional dessert and providing everything needed to satisfy those who love that one last bite before their coffee.
The tasting menu is €65 and lets you discover a relatively unknown, but still surprising, cuisine. Yet my experience of Chinese-Korean-Mediterranean fusion, for which I had such high expectations, fell short of the emotion of other places. The low lighting didn’t work for me and I’d say a redesign is in order. The menu progresses at a laid-back pace, perhaps too much so, and is further dampened by being neither unique nor inimitable. It just didn’t connect, and left me a little cold.
We didn’t get a chance to visit the upper floor, which serves promising tapas and perhaps a bit more fun, with the same level of expertise.