Local con sólo 4 mesas. Nació como mesa única y el COVID obligó a cambiar el concepto.
Fierro es la historia de una pareja de argentinos que aunaron sueños hace años estudiando y haciendo prácticas en varios restaurantes y lograron culminar su proyecto en una mesa de 12 comensales que, como tantas otras dinámicas, lamentablemente el Covid eliminó. La voluntad, la necesidad, las ganas y el esfuerzo lograron reinventar su casa y ahora Fierro ofrece 4 mesas en un servicio dinámico, divertido, muy profesional y tremendamente atractivo en el corazón de Valencia.
Germán Carrizo pone a disposición del cliente su versatilidad culinaria en un menú tremendamente equilibrado y perfectamente conseguido. Carito Lourenço la primera mujer de Argentina en ganar una Estrella Michelín se presenta como una excelente chef que pretende lograr asentar un menú cercano, emotivo, con producto de la tierra y dejarlo volar en giros y aderezos traídos de su tierra. Un binomio que funciona, que se complementa y que dirige una cocina con identidad propia ya en la capital del Turia. Argentina en Valencia. Argentinos en fogones levantinos.
Los pequeños bocados en la estructura de F sirven como inicio a un ágape lleno de matices y detalles, con pinceladas de diversión y puntos de muchas tablas ya a sus espaldas…Destacan los guisantes, crujientes y perfectos, la empanada y la aceituna, divertidos y sabrosos y las ostras con las algas. Nuevamente, como en varios restaurantes visitados últimamente, el pan y la mantequilla toman protagonismo en plato propio, como pase en sí. De lo mejor los sepionets con piñones, los espárragos y el pato azulón. Todo ligado con salsas muy ligeras, muy amalgamadas y apenas presentes en el bocado, que prevalece en su sabor original. Y muchos toques de explosión de sabor, puntos picantes justificados y presentes, tan agradecidos…
Los postres toman igual protagonismo que el reparto salado: calabaza presentada en textura crujiente y consistente en su exterior con interior meloso, las frambuesas y el ruibarbo como tartita degustación y la presentación de los chocolates en ascensión en una F final que culmina un trabajo pensado, elaborado y muy atractivo. ¡Ah! Y ojo a la cebolla, primero de los pases dulces… no tan dulce…
Fierro funciona. Fierro gusta (sus más de 3 meses de lista de espera lo atesoran). Fierro promete. Es de esos lugares dónde volver, dónde apetece seguir la pista y evolucionar. Ya hay platos clásicos, para el recuerdo. Y estoy convencida que la historia seguirá con muchas más aportaciones. Y muchos más sueños.
A restaurant with only four tables. It started as a single table and had to change its concept due to Covid.
Fierro is the story of an Argentinean couple who joined forces years ago as students working in several restaurants, and who were able to bring their dream to life at a table for 12 diners that, like so many others, Covid unfortunately wiped away. With their willingness, necessity, enthusiasm, and effort they have managed to reinvent their restaurant, and Fierro now has four tables and a service that is dynamic, fun, highly professional, and tremendously attractive right in the heart of Valencia.
Germán Carrizo puts his versatility on display for his customers in a tasting menu that is impressively balanced and perfectly realized. Carito Lourenço, the first Argentinean woman to earn a Michelin Star, is an excellent chef seeking to establish a menu that is personal, emotional, and based on local products, letting it take flight with twists and adornments from her home country. It’s a combination that works, and that complements and commands a signature cuisine in the city of Valencia. Argentina in Valencia. Argentineans cooking in the Levante.
The small bites in an F structure kick off a feast full of nuance and details, with touches of fun and nods to the vast experience under their belt. Noteworthy are the peas, crispy and perfect, the empanada and the olive, fun and flavorful, and the oysters with seaweed. Once again, as in many of the restaurants we’ve visited recently, the bread and butter take center stage on their own plate, as their own course. Highlights include the mini cuttlefish with pine nuts, the asparagus, and the mallard. Everything is brought together with light sauces, nicely incorporated and barely present, letting the original flavor take precedence. There are also many tiny explosions of flavor and well-warranted and much-appreciated spicy notes that shine through.
The desserts take just as much prominence as the savory selection: pumpkin with a crispy texture on the outside and a creamy center, the raspberry and rhubarb tartlets, and the ascension of chocolates in a final F that culminate an effort that is well though-out, sophisticated, and very attractive. Oh! And watch out for the onion, the first of the sweet courses. It’s not as sweet as you may think.
Fierro works. Fierro is popular (its waiting list of more than three months is proof). Fierro has promise. It’s a place to return to again and again, that you’ll want to follow and watch evolve. They already have classic dishes, ones to remember. And I’m sure that the story will continue with many more contributions. And many more dreams yet to come.
