1 Estrella Michelín y 1 SOL Repsol

Es de justicia.

Retomo mis artículos y recomendaciones gastronómicas con la que, seguramente, es la reivindicación e injusticia más flagrante del pasado año 2024. Contrastado con críticos, chefs, amigos y, sobre todo, clientes de este maravilloso y sorprendente restaurante en Barcelona.

Enigma, de Albert Adrià, es el mejor legado de la cocina bulliniana y la creatividad llevada al máximo nivel que actualmente hay en España. Sin duda, un festival para los sentidos, nacido del privilegiado cerebro del alma del Bulli desde la sombra: Albert Adrià, quien reivindica la innovación, la explosión culinario-festiva y el arte de hacer arte entre fogones. Pilota ya a velocidad de crucero un restaurante que zarpó sin un rumbo definido, costeando entre opciones y propuestas, y que alcanza, ahora sí, su máximo nivel culinario. Había oído que la sala iba un pelín por detrás. No se cumple en nuestra visita. Xavi Alba ha logrado un equipo que baila al compás de un ritmo marcado y ligero. Una sinfonía que se puede afinar aún más en la atención para servir el vino o en ciertos tempos más descompasados, pero que va muy en la línea de estar a la altura de la comida.

Y lo que hace Albert, el segundo mejor chef del mundo (The Best Chef Awards), es de un nivel supino.

Cocina de temporada, con más de 25 pases (220 €) ideados para el total placer onírico del comensal y su disfrute gastronómico máximo. Elaboraciones que guiñan el ojo a la cocina madre de su hermano, que marcó un antes y después para todo el mundo, y que han evolucionado en más de 35 años de vivir a una sombra que nunca lo fue. Albert es tan humilde que no concibe su universo de otro modo. Pero su estela traza ya un recorrido que marcará, de igual modo, la cocina mundial del futuro de muchas generaciones.

Viajamos con él y su introducción de mezcal con texturas que pasan por el pórex, el aire y la esfera, pero que asumen un sabor y una dimensión únicas. La omelette de mozzarella y erizo de mar es maravillosa, y los pases de anchoa, únicos (en foie gras y canapé). La flor de alcachofa, una delicia, y el dúo de vainas de guisantes y vainillas es de una delicadeza, sutileza y fragilidad que emociona. Siguen las setas, la gamba, la espardeña y la ternera en preparaciones y presentaciones que requieren una liturgia que no puede romperse con estas líneas. Hay que vivirlo. Hay que sentirlo. Hay que dejarse emocionar.

Albert reza en el menú en papel que nos dan a la salida que su conocimiento compartido es la mejor opción ante el olvido. Y, otra seña más de su tremenda generosidad, comparte un QR con platos, elaboraciones, historias y todo el mundo detrás de cada plato. Lo comparte y lo protege a la vez. Es un síntoma inequívoco de que algo muy grande se esconde en el interior de ese oráculo que él maneja con tanta diligencia y soltura.

Ah, y a estas alturas puedo promulgar ya que es un orgullo podernos sentir “amigos” de los Adrià. Vivir sus historias de cerca nos hace testigos privilegiados de unos legados que se forjan a base de muchas horas, esfuerzo y renuncias. Albert es amable, tímidamente discreto y muy generoso. Pero, por encima de todo, es el mejor cocinero del mundo.

Llegarán las listas (tarde) y lo reconocerán. Señores Michelín, Repsol y tantos otros… ¿hay alguien pilotando en los mandos de esas elecciones? No dejemos pasar más tiempo para subsanar una injusticia que pide a gritos una solución. Y no es por clemencia, ni por compasión. Es por orgullo. Y por contundencia. ¡Y porque clama al cielo!

1 Michelin Star and 1 SOL Repsol

It’s only fair.

I’m resuming my articles and gastronomic recommendations with what is undoubtedly the most deserving recognition and the most glaring injustice of 2024. This conclusion is backed by critics, chefs, friends, and above all, the customers of this wonderful and surprising restaurant in Barcelona.

Enigma, by Albert Adrià, is the finest legacy of Bulli-inspired cuisine and creativity brought to its highest level in Spain today. Without question, it’s a festival for the senses, born from the privileged mind of the soul behind El Bulli, working quietly in the shadows: Albert Adrià, who champions innovation, culinary celebrations, and the art of creating art in the kitchen. He now commands a restaurant cruising at full speed, which originally embarked on its journey without a defined course, exploring different options and concepts, and has now reached its culinary pinnacle. I had heard the service was slightly lagging behind. That was not the case during our visit. Xavi Alba has built a team that moves in harmony with a steady and light rhythm. A symphony that could still be fine-tuned in wine service or certain slightly inconsistent timings, but one that complements the food beautifully.

What Albert does as the second-best chef in the world (The Best Chef Awards) is on an exceptional level.

His seasonal cuisine, featuring more than 25 courses (€220), is designed for the ultimate dreamlike pleasure and unparalleled gastronomic enjoyment. His creations nod to his brother’s foundational cuisine, which revolutionized the culinary world, yet Albert’s work has evolved over 35 years of what was never truly a shadow. Albert is so humble that he cannot conceive of his universe any other way. But his trajectory is already carving a path that will similarly shape the future of global cuisine for generations to come.

We journeyed with him through his mezcal introduction, with textures ranging from foam to air and spheres, delivering unique flavors and dimensions. The mozzarella and sea urchin omelette is wonderful, and the anchovy courses are unparalleled (in foie gras and canapé). The artichoke flower is a delight, and the duo of pea pods and vanilla is so delicate, subtle, and fragile that it moves you. Then came the mushrooms, shrimp, sea cucumber, and beef in presentations and preparations requiring a ritual that cannot be fully conveyed through words. You have to live it. You have to feel it. You have to let it move you.

Albert notes on the printed menu given to us as we leave that “shared knowledge is the best defense against oblivion.”

And, in yet another sign of his immense generosity, he includes a QR code with details about the dishes, recipes, stories, and everything behind each plate. He shares and protects simultaneously—a clear sign that something truly great lies within this oracle he commands with such diligence and ease.

Oh, and at this point, I can proudly declare how fortunate we are to consider ourselves «friends» of the Adriàs. Experiencing their stories up close makes us privileged witnesses to legacies built on countless hours, immense effort, and significant sacrifices. Albert is kind, humbly discreet, and immensely generous. But above all, he is the best chef in the world.

The lists will come (late), and they will acknowledge it. Michelin, Repsol, and others, are you paying attention? Let’s not wait any longer to correct an injustice crying out for resolution—not out of mercy or compassion, but out of pride and conviction. Because it’s time. Because it’s undeniable. And because it’s deserved.