Es el primer sake bar de España.
Más de 12 años abiertos y más de 12 años siendo testigos de lo mucho y bueno que esta entrañable pareja de amigos, Albert Rauridh y Tamae Ichi ofrecen en la Ciudad Condal. No hay restaurante como Dos Palillos en Barcelona. Quién lo conoce, lo sabe. Y ahora, nuevamente en aras de la búsqueda de la excelencia y a instancia de Tamae, abren el primer sake bar de España. Han aprovechado el espacio de la entrada al restaurante gastronómico para habilitar un precioso y cómodo espacio dónde Ichi ofrece casi 50 variedades de este licor de arroz japonés que, reconozco, aún sigue siendo un misterio para mí…
La propuesta es fantástica. Llegar, encontrar sitio y dejarse llevar por las recomendaciones de Tamae y Albert. Así se organizan en la barra. Desde cocina se proponen pequeñas tapas y bocados para acompañar al licor. Y aquí surge la creativa propuesta del chef, una maravilla que sólo allí se puede degustar.
En esta ocasión, y en apenas una hora (lo que certifica el magnífico ritmo en barra y cocina) probamos las kokotxas en tempura con katsuobushi, el niguiri de berenjena con menta seca, boquerón con cebiche thai, okonomiyaki de shitake y queso (una especie de pizza japonesa con base de patata y col), higo en tempura con miel de hinojo, niguiris terminados al vapor con aroma de sake y la mítica y perenne japoburguer. El suave y delicado mochi de rosas y violeta (¡¡esto sí es un mochi y no lo que muchos restaurantes sacan del congelador!!) pone fin a una experiencia que no por breve deja de ser intensa.
Me encanta Dos Palillos. Lo reconozco. Lo admitiría ante cualquier tribunal. Soy fan de este pequeño lugar, ya no tan clandestino, que se consolida como una de las mejores ofertas orientales en la ciudad y que enamora con el personal, el servicio, la alegría reflejada en el rostro de Tamae (¡cuánta dulzura y delicadeza!) y el amplio y consolidado bagaje de Raurich al que conocimos (¡anécdota!) años atrás, en una de las maravillosas experiencias que tuvimos en El Bulli, terminado el servicio, con Ferràn Adrià en la cocina…..Albert preparaba una piel crujiente de pato. Buscaba la excelencia. Adrià probaba, le guiaba y nos invitó a hacer la prueba con él….La explosión de aquel crujiente en nuestra boca era el germen de un restaurante que ahora, más de 15 años después, es un referente. En palabras de Adrià, el mejor japonés fuera de Japón. AMEN.
The first sake bar in Spain.
It’s been open for more than 12 years now, and it’s been 12 years of witnessing the magnificent bounty that these dear friends Albert Raurich and Tamae Imachi provide in the Catalan capital. There’s no restaurant like Dos Palillos in Barcelona. Those who know, know. Now, in the pursuit of excellence once again, and at the behest of Tamae, they have opened the first sake bar in Spain. They used the restaurant’s entrance area to create a beautiful and comfortable space where Ichi offers nearly 50 varieties of this Japanese rice wine which, I admit, remains a bit of a mystery to me.
It’s a fantastic idea. Arrive, find a spot, and get swept away by the recommendations of Tamae and Albert. The bar is set up like this, with suggestions for small tapas and bites to pair coming from the kitchen. And this is where the chef’s creativity really shines, in a wonder that can be experienced nowhere else.
On this occasion, and in just under an hour (proof of the extreme pace of the bar and kitchen), we tried the tempura fish cheeks with katsuobushi, the eggplant nigiri with dry mint, the anchovy with Thai ceviche, the shitake and cheese okonomiyaki (a kind of Japanese pizza with a potato and cabbage base), the tempura fig with fennel honey, the nigiris finished in sake steam, and the iconic and perennial japoburger. The mild and delicious rose and violet mochi (this is what I call mochi, not what many restaurants pull from the freezer!!) caps off a brief but intense experience.
I love Dos Palillos. I admit it. I’d testify as such before any court. I’m a fan of this little place, no longer so clandestine, that has become one of the best Asian options in the city, and that will win you over with its staff, its service, the joy reflected on Tamae’s face (so sweet and attentive!) and the vast and reputable experience of Raurich. We met him years ago (anecdote!) in one of our marvelous experiences at El Bulli. Service was ending, with Ferràn Adrià in the kitchen, and Albert was preparing a crispy duck skin, seeking excellence. Adrià tried it, offered some advice, and then invited us to taste it with him. The explosion of that crunch in our mouths was the seed that grew into the restaurant that today, more than 15 years later, is a reference in its own right. In the words of Adrià, it’s the best Japanese outside of Japan. AMEN