Ocupa el local que antiguamente ocupó Jockey. 1 Estrella Michelín y 2 Soles Repsol.

No recuerdo dónde (quizás uno de los numerosos compañeros gastros y magníficos escritores a los que leo y sigo) leí que Saddle es el restaurante perfecto. No encuentro mejor definición.

@saddlemadrid reúne todo lo que a un buen gourmet más le convence. Un mítico emplazamiento, una sala magnífica, una dirección de “orquesta” al detalle. Su servicio en sala y mesa es perfecto, milimetrado y exquisito. Su comida excelente y la sensación de estar en un gran sitio se instala en el mismo momento en el que cruzas la puerta.

Ubicado en el local que antiguamente regentó el mítico Jockey, Saddle es ya referencia de lujo y delicadeza en el panorama gastro de Madrid. Stefano Buscema dirige la sala con la maestría de los grandes restaurantes. Siempre pendiente del gusto y necesidad del comensal, hace que te sientas como en casa. Adolfo Santos comanda la cocina. @adsangar, que ya pasó por las cocinas de Lakasa y Santceloni es, además de un magnífico chef, una encantadora persona. Sus platos transmiten esa sensación. Calidez, hogar, tradición, lujo pero no del “mírame y no me toques” que dirían nuestras abuelas… sino del que te permite formar parte, te envuelve cual seda y te permite gozar de un par de horas exquisitas en todas sus dimensiones.

El servicio se inicia con el pan y la mantequilla. Magníficos y esperados en un lugar de estas características. Tras los bocados iniciales a modo de bienvenida optamos por el magnífico pâté en croûte (paté casero horneado en pasta brisa y hojaldre), una deliciosa forma de iniciar el ágape. Le sigue el ravioli de calabaza con mantequilla y salvia, suave y delicado y la anguila ahumada con pencas de acelga y velouté ibérica al palo cortado. Impresionante.

Y como opción para nuestro plato principal optamos por el famosísimo y mantenido en carta por el propio Adolfo, jarrete de ternera. Un plato que popularizó y bordaba el transgresor chef Santi Santamaría (que tuvimos la gran suerte de probar en su propio restaurante, el Racó de Can Fabes allá por el 2000, inicios de siglo (¡qué mayores nos hacemos!).

Meloso, tierno, en cantidad sobrante para más de 4 comensales y servido con un delicado y cremoso puré de patatas.

El soufflé Grand Marnier corona nuestra experiencia. Una maravillosa comida de domingo para 2 que confirma que la tradición nunca muere. Que los grandes lugares siempre merecen ser revisitados y que un buen servicio (en esta ocasión declinamos pasar por el magnífico carro de quesos previo a la parte dulce del menú) siempre engrandece aún más un buen almuerzo. Imprescindible para una gran comida en Madrid.


In the space formerly occupied by Jockey. 1 Michelin Star and 2 Repsol Suns.

I don’t remember where I read that Saddle is the perfect restaurant (perhaps it was from one of the many wonderful gastro writers I read and follow), but I can’t think of a better description.

Saddle (@saddlemadrid) brings together everything a good gourmet could ever want: an iconic location, a magnificent dining room, a meticulous “orchestral” conducting. The service in the dining room and at the table is perfect, impeccable, and exquisite. The food is excellent and the feeling of being in a great place hits you the moment you walk through the door.

Located in the space previously occupied by the iconic Jockey, Saddle is already setting the standard for luxury and refinement on the Madrid gastro scene. Stefano Buscema runs the dining room with the mastery of the great restaurants. Always tending to the diner’s tastes and needs, he makes you feel right at home. Adolfo Santos (@adsangar) runs the kitchen, following previous stints at Lakasa and Santceloni. In addition to being a wonderful chef, he is a delightful person, and his food conveys that feeling. Warmth, home, tradition, luxury—not the “look don’t touch” of our grandparents, but rather one that invites you in, wraps you in silk, and lets you enjoy a couple of exquisite hours in all their dimensions.

The service begins with the bread and the butter. They are wonderful and expected in a place like this. Following the initial welcome bites, we ordered the excellent “pâté en croute” (homemade “pâté” baked in shortcrust and puff pastry), a delicious start to the meal. Next was the pumpkin ravioli with butter and sage, which was mild and delicate, and the impressive smoked eel with Palo Cortado Iberico velouté and seaweed stalks.

For our main, we chose the supremely famous beef shank, put on the menu by Adolfo himself. This dish was popularized and aced by the transgressive chef Santi Santamaría, whom we had the great fortune to try at his own restaurant Racó de Can Fabes in around 2000, early in the century (that sure makes us feel old!). It’s succulent and tender, with enough to feed more than four diners, and served with a deliciously creamy potato puree.

Grand Marnier souffle topped off our experience. It was a wonderful Sunday dinner for two that proves that tradition never dies. May the great places always deserve another visit and may good service (on this occasion we declined the magnificent cheese cart before dessert) always continue to enhance a good lunch. Essential for a great meal in Madrid.