Una de las mejores bodegas de España…. y del mundo. 2 Soles Repsol.
Situado en el único y maravilloso paraje de la cuesta que lleva hasta el Monte igeldo, @rekondorestaurante es parada obligada en la capital donostiarra. Un casería con 60 años de historia que alberga en su interior una de las mejores y más increíbles bodegas que hayamos visto jamás. Una casa de comidas que evolucionó de la sidra (lo único que servían allá por los 60) hasta el producto y carta de temporada que presentan hoy en día. @lourdesrekondo dirige con disciplina y contundencia una sala dónde las familias y las buenas mesas siguen siendo fieles a una oferta cada vez más revalorizada.
Tras un impagable paseo por las curvas y caminos de la bodega, albergada en el piso inferior del local y con más de 4.000 referencias en su haber (hay joyas que jamás habíamos vistoe en ningún otro sitio y verticales de vértigo). @inaki_arrieta se encarga de la cocina. Y de la decoración. Escucharle hablar de sus obras de arte, de la elección para la pintura o mobiliario y de sus piezas, localizadas en ferias y lugares recónditos (¡ojo! a los poco rápidos como nosotros….os puede “colar» un lego de toda la vida como una pieza de coleccionista….un poco de humor antes de empezar a comer) es el mejor prolegómeno.
La carta de Rekondo mantiene platos que no pueden retirarse de la carta, clásicos que nadie perdonaría que no estuvieran. Pero varía en función de la temporada y el mercado. Mariscos, pescados, ensaladas, buenas piezas de carne y caza. Y lo presenta florido, vistoso, aderezado con hierbas y plantas y mucho color.
Viajamos a través del carpaccio de carabineros con vinagreta de pistacho y guacamole es un ejemplo. el revuelto de hongos, el arroz con almejas en salsa verde, el txangurro al horno, las kokotxas de merluza o el cochinillo con confitura de piña y dátil y crujiente de piña que cierra nuestro ágape. Las salsas, los fondos, las caricias al fuego, el punto de las cocciones, los emplatados, todo rezuma trabajo bien hecho.
Cumple sobradamente la tarta de manzana finísima y caliente con helado de vainilla que es una auténtica delicia. ¡Está todo tan bueno!. Rekondo invita a ir todos los domingos, a repetir regularmente, a dejarse embriagar por los aromas de sus caldos y alargar en conversaciones de sobremesa. Repetiremos en verano, cuando la terraza (plagada ahora de pelícanos rosas, un toque.
en medio de un balcón natural a la Bahía de la Concha) y el buen tiempo permitan alargar las horas en sus salones. Sólo un apunte. Que nada tiene que ver con la comida….pero no puedo dejar de hacerlo…revisables los uniformes de las camareras, a la usanza del delantal blanco sobre falda negra….pocos sitios quedan ya con estas vestimentas mas propias de otra época y condiciones…..¿a considerar?
A los amantes del vino, disfruten con el espectáculo visual que ofrecen las dos botellas que nos bebimos….Una celebración, un privilegio y un honor hacerlo en uno de los templos vinícolas del mundo…..¡Imaginen como fue el espectáculo gustativo!
Rekondo es ese lugar al que Iñaki y Lourdes cuidan y miman, con una extrema y desapercibida intención: seguir manteniéndolo como un sitio que no necesita más publicidad que la que se ha ganado dando de comer muy bien durante todos estos años. Trabajo y constancia. LA mejor publicidad.
One of the best wine cellars in Spain…and the world. 2 Repsol Suns.
Located on the wonderfully singular hill leading up to Monte Igeldo, Rekondo (@rekondorestaurante) is an obligatory stop in the Basque capital. A country house with 60 years of history houses one of the best and most incredible wine cellars we’ve ever seen. It’s a restaurant that has evolved from cider — the only thing they served back in the 1960s — to the product-based seasonal menu they serve today. Lourdes Rekondo (@lourdesrekondo) runs the dining room with discipline and vigor, where families and good tables remain true to an offering whose value only grows with time.
We took a priceless stroll through the twists and turns of the wine cellar, housed on the floor below the restaurant with more than 4,000 bottles to speak of, including some gems we’d never seen anywhere else on dizzyingly tall shelves. Iñaki Arrieta (@inaki_arrieta) is in charge of the kitchen. And the decor. Listening to him talk about his works of art, the choice of paint or furniture, and the pieces he has found at fairs and out-of-the-way places — beware! for those of you who are slow on the uptake, like us, he might try to slip in a good old Lego figure as a collector’s item as a bit of humor before the meal — is the best prelude.
Rekondo’s menu has dishes that can never be erased, classics whose absence would be unforgivable. But it varies based on the season and the market. Seafood, fish, salads, and good pieces of fish and game are served in a manner that is floral, eye-catching, colorful, and dressed with herbs and plants. We journeyed through the red prawn carpaccio with pistachio vinaigrette and guacamole, the scrambled eggs with mushroom, the rice with clams in salsa verde, the baked crab, the hake cheeks, and the suckling pig with pineapple and date confiture and pineapple crunch. The sauces, the bases, the caresses of fire, the doneness, the platings — everything exudes a job well done.
The wafer-thin hot apple tart with vanilla ice cream is a true delicacy that more than met my expectations. Everything is so good! Rekondo makes you want to dine there every Sunday, to come back often, to get intoxicated by the aromas of its stocks, and to extend the meal chatting around the table. We’ll be back in summer when the terrace (now covered in pink pelicans, a touch of kitsch in the middle of a natural balcony overlooking La Concha Bay) and the good weather allow for a longer meal. Just one note. It has nothing to do with the food, but I can’t help but point it out. The server uniforms, in the style of a white apron over a black skirt, could use an update. Very few places are still using these outfits from a different time and circumstance. Something to consider?
For those who love wine, enjoy the visual spectacle of the two bottles we drank. It was a celebration, a privilege, and an honor to do so in one of the world’s greatest temples of wine. You can just imagine how much of a spectacle they were to taste!
Iñaki and Lourdes care for and pamper Rekondo with an extreme and unrecognized intention: to continue upholding it as a spot that needs no advertising other than what it has earned from serving great food all these years. Hard work and consistency: the best publicity.