3 Estrellas Michelin y 3 Soles Repsol. El mejor restaurante de la Comunidad Valenciana de producto
Parece que el destino se haya alineado para que, tras 8 años sin visitar a nuestro querido Quique Dacosta lo hagamos en el año del menú OCTAVO. Una coincidencia que celebramos con él en la mesa, con el pesar, eso sí, de dejar de visitar lugares tan emblemáticos, cambiantes e innovadores como este.
Arte puro. El octavo arte del mundo. Porque sí, nos sumamos a su reivindicación y petición: la cocina es uno de los mayores artes de la humanidad. Y lograr conjunciones tan delicadas, sutiles y armónicas como estas, uno de los mayores privilegios.
Quique tiene ya lenguaje propio, una idiosincrasia que quien no conozca debería hacer a corto plazo. Su universo nace en la salinidad de la costa de Dénia y aterriza en cada plato con un trabajo y un talento únicos en nuestro país. E internacionalmente, por supuesto.
Dice Quique que tiene mérito, porque a su restaurante hay que ir. No se pasa por delante, no se presupone la instantaneidad: se prepara y se organiza. Y por eso todos los detalles deben estar impecablemente preparados.
Su última aventura gastronómica en el plato es una orgía de colores, sabores y belleza. Siete actos que emocionan y confirman la onírica experiencia de comer en su restaurante.
El pan con jamón ibérico y tomate inicial es ya una declaración de intenciones. No os perdáis la magnífica y sorprendente textura.
Siguen bocados extraordinarios como el coral de alga, nori y arroz; la llisa; o el frit estrella de mar, un shot salino con el guiño a los rebozados de pescado que tanto cenamos los de la generación de los 70 y 80…
La mejor gamba del mundo sigue estando en su mesa. Sin duda.
Y la aventura se inicia cuando, tapados con servilletas, ocultando “el rostro de Dios”, nos invitan a disfrutar los pajaritos, un placer prohibido que es mejor no mostrar… La disposición en mesa gusta y genera esa expectativa tan cumplida cuando el bocado se convierte en una explosión más terrenal que onírica, pero igualmente satisfactoria.
Finaliza la dulce belleza: el sabor y olor de higuera, presente en uno de sus principales platos dulces, y el polvorón de almendras.
No se puede uno hacer idea de cuánto trabajo, dedicación y pasión hay detrás de cada pase.
Pero la excelencia se logra cuando, teniendo el privilegio de conversar con un chef tan multipolifacético, el secreto sigue siendo el mismo: trabajar, luchar, no desistir y no perder un ápice de la inocencia con la que observa cada creación.
Su trabajo traspasa fronteras y su universo se multiplica, pero la esencia de Dacosta, la forma de entender el mundo del comer, sigue siendo la misma que le llevó a lo más alto.
Ahí radica la magia. IMPRESCINDIBLE.
3 Michelin stars and 3 Repsol Suns. The best restaurant in the Valencian Community for its produce
It seems that fate has aligned itself so that, after 8 years without visiting our beloved Quique Dacosta, we are doing so in the year of the EIGHTH menu. A coincidence that we celebrate with him at the table, with the regret, of course, of no longer visiting such emblematic, changing, and innovative places as this one.
Pure art. The eighth art of the world. Because yes, we agree with his claim and request: cooking is one of the greatest arts of humanity. And achieving such delicate, subtle, and harmonious combinations as these is one of the greatest privileges.
Quique has developed his own language, an idiosyncrasy that anyone unfamiliar with it should quickly become acquainted with. His universe is born in the saltiness of the Dénia coast and lands on each plate with a level of craftsmanship and talent that is unique in our country. And internationally, of course.
Quique says it’s worth it, because you have to go to his restaurant. You don’t rush ahead, you don’t assume instant gratification: you prepare and organize yourself. And that’s why every detail must be impeccably prepared.
His latest gastronomic adventure on the plate is an orgy of colors, flavors, and beauty. Seven acts that excite and confirm the dreamlike experience of eating at his restaurant.
The initial bread with Iberian ham and tomato is already a statement of intent. Don’t miss the magnificent and surprising texture.
This is followed by extraordinary bites such as seaweed, nori, and rice coral; llisa; or starfish frit, a salty shot with a nod to the fish batter that those of us from the 70s and 80s generation ate so much…
The best shrimp in the world is still on your table. Without a doubt.
And the adventure begins when, covered with napkins, hiding “the face of God,” we are invited to enjoy the little birds, a forbidden pleasure that is best not to show… The table setting is pleasing and generates that expectation that is so fulfilled when the bite becomes an explosion that is more earthly than dreamlike, but equally satisfying.
The sweet beauty ends: the taste and smell of figs, present in one of the main dessert dishes, and the almond polvorón.
It is impossible to imagine how much work, dedication, and passion go into each course.
But excellence is achieved when, having the privilege of talking to such a multifaceted chef, the secret remains the same: work hard, fight, never give up, and never lose an ounce of the innocence with which he observes each creation.
His work transcends borders and his universe multiplies, but the essence of Dacosta, his way of understanding the world of food, remains the same that took him to the top.
That is where the magic lies. ESSENTIAL.
