January 5, 2018

Pierre Gagnaire, París. La visita a un templo de la gastronomía como este siempre merece una cuidada preparación. Nuestro viaje a París tenía éste restaurante como uno de sus claros objetivos, así que nos lanzamos sin red a la degustación y disfrute del buque insignia del chef Pierre Gagnaire, ubicado en la Rue Balzac de la capital parisina, muy cercano al Arco de Triunfo.

3 estrellas Michelin

La sala impecable y regia. El servicio atento, detallista, cuidadoso y ordenado. La carta ofrece varias opciones de menú pero el mâitre nos recomienda pedir a la carta y nos orienta en los platos que no podemos dejar de probar.

Iniciamos el ágape (tras los aperitivos servidos a lo largo y ancho de la mesa en pequeños bocados de foie o queso entre otros) con los langostinos, servidos en 3 pases que compartimos entre los 3 comensales… La materia prima excelente y las cocciones originales y sabrosas…pero escasísimo para compartir. Apenas langostino y medio en todos los pases.

Seguimos con cordero y perdiz. El primero tierno, en único pase, cocinado a baja temperatura, frotado en orégano y con multitud de acompañamientos: pasta de mantequilla trufada, verduras, polenta, consomé con helado de roquefort, pasas y piñones. Una pieza excepcional. Pero sobrevalorada.

La perdiz se sirve también en 3 pases. Guisada, en croute de hojaldre y al vino. La carne es deliciosa, excelente en gustos y combinaciones.

Los postres quizás lo más flojo del servicio. Correctos pero de menor nivel.

La experiencia es única y la comida refleja el espíritu transgresor e innovador del chef….pero el precio nos resulta excesivo. Comer a la carta no baja de los 250€ por persona y los menús a partir de 350€… Sin contar con los vinos.

Sinceramente, el servicio, el producto, las cocciones y la preparación implican un coste que asumimos y compartimos. Pero nunca la sensación final de un ágape debe ser la del escozor de la cuenta final abonada, como en este caso. Hace desaparecer cualquier atisbo de disfrute sensorial…

El Celler de Can Roca, el Àbac, Martín Berasategui, Diverxo, Sant Pau o sin duda El Bulli en su momento compartían las 3 Estrellas de este local y en todos ellos JAMÁS he tenido la misma sensación. Se come, se disfruta, se vive una maravillosa experiencia y se siente la pasión y la valentía de unos chefs que ofrecen una propuesta única, que valoran el esfuerzo y que permiten al comensal ser partícipe de sus genialidades.

Quizás no siempre nos quedará París….


Pierre Gagnaire, Paris. A visit to a temple of gastronomy like this one always deserves careful preparation. One of the clear objectives of our visit to Paris was to go to this restaurant, so we threw ourselves fully into enjoying the tasting menu of the flagship restaurant of Pierre Gagnaire, located on Rue Balzac in the French capital, very near the Arc de Triomphe.

3 Michelin stars

The dining room is both impeccable and regal. The service attentive, meticulous, careful and organized. The menu offers various different set options, but the maître recommends we order a la carteand guides us with regard to the dishes we simply have to try.

We begin the feast (after the appetizers which are served along the length and breadth of the table in the form of tiny morsels of things like foie and cheese, among others) with the shrimp, which is served in three preparations, which the three of us share… The raw ingredients are excellent and the creations original and flavorful… but they are extremely small to share – scarcely a shrimp and a half apiece between the three dishes.

We continue with lamb and partridge. The first is tender, served in one go and cooked at low temperature, rubbed with oregano and with multiple sides: pasta with truffled butter, vegetables, polenta, consommé with Roquefort, raisin and pine nut ice cream. An exceptional display, albeit overrated.

The partridge is also served in three stages. Stewed, en croutewith puff pastry, and with wine sauce. The meat is delicious and the combinations excellent.

The desserts are perhaps the weakest point of the meal. Correct, but not at the same level.

The experience is singular and the food reflects the transgressive and innovative spirit of the chef, but we find the price excessive. Dining a la carte costs at least 250€ a person, and the menus start at 350€… not including wine.

Sincerely, the service, the product, the cooking and the preparation imply a cost that we happily assume and share. But the take away from a feast should never be the sting of the bill, as it was in this case. It causes any lingering sensory enjoyment to disappear…

El Celler de Can Roca, Àbac, Martín Berasategui, Diverxo, Sant Pau and even El Bulli in its time, have all shared the 3 Michelin Stars held by this restaurant, and I have NEVER had this sensation in any of them. You eat, you enjoy yourself, you have an incredible experience and you absorb the passion and the courage of chefs who offer a unique proposal, who value effort, and who allow customers to be complicit in their brilliance.

Maybe we won’t always have Paris…