Los chefs son pareja. Tercer restaurante de la provincia de Castellón en obtenier una Estrella Michelín. 1 Sol Repsol.

Cada vez más me gustan los proyectos que lideran parejas. Chefs que son también matrimonio o pareja. Si, parece un motivo sin apenas importancia pero creo que la pasión conjunta por un mismo objetivo, la complementariedad que supone remar en el mismo sentido se acaba reflejando en la mesa. Sin duda. Creo que abro un melón con todo tipo de opiniones dando la mía, pero en los últimos casos y ejemplos se ha cumplido totalmente…

Emanuel y Alejandra son chefs. Se conocieron en Madrid. Son pareja. Y padres. Y, sobre todo, impulsores de este proyecto @atalayarestaurante que, gracias a su esfuerzo, constante trabajo y afición ha logrado ser el tercer restaurante de la provincia de Castellón en conseguir la preciada Estrella Michelín. Y un Sol Repsol.

Situado en Alcossebre, una pequeña localidad de la provincia marcada por la estacionalidad de sus habitantes y el poco conocimiento para el viajero, logran que se convierta en motivo de visita. Y eso ya es mucho.

Consiguen situar la gastronomía de Castellón a un muy buen nivel, digno de cualquier provincia que se precie. Trabajan con menús degustación que oscilan entre los 45€ y los 90€ en función de su extensión y pases.

Nos decantamos por el Goleta, más completo de los tres, y arrancamos con unos pequeños bocados…correctos, sin más.

Le siguen la ostra con jugo de tomates “de penjar”(de colgar), muy correcta, la cigala en caldo de tomate seco y limón, la raya con “beurre blanc”(mantequilla blanca) con ñoquis de limón y colágeno crujiente (de los mejores platos del menú…¡¡cada vez me gusta más este pescado!!), una merluza espectacular en emulsión de tellinas con tirabeques a la llama y el jabalí con pesto de aceite de pino y piñones encurtidos. Incluye el menú un arroz cremoso de temporada, delicioso en sabor y textura que completa el gusto del comensal por probar arroces en una de las mejores tierras para ello.

Los postres completan el mapa gastronómico de la zona con un queso de leche fresca y remolacha o la miel de la Sierra de Irta con almendras amargas.

Observo interés, dedicación y trabajo tras los platos. Pero también juventud y cierta inexperiencia….Constato alguna falta puntual de ritmo del servicio en sala (pese a que son pocas mesas deberían ampliarlo para que fuera más ágil y rítmico) para no tener que ir pidiendo servicio de agua o cambio de vino….Tampoco la carta de vinos convence aún…

Atalaya ha emprendido su viaje pero debe reforzar la afirmación de una tierra prolífica en arroces pero también en muchos otros productos gastronómicos que Alejandra y Emanuel, estoy segura, pondrán al servicio de su mano en los fogones.

Repetiré el próximo año con la confianza de salir aún más convencida de ello.


The chefs are a couple. The third restaurant in Castellon province to earn a Michelin Star. 1 Repsol Sun.

I’m growing increasingly fond of projects led by couples: chefs who are married or romantically involved. It might not seem like much, but I think the shared passion for a single goal, and the synergy of pulling in the same direction, are reflected on the table. I’m sure of it. I might be opening a can of worms with this opinion, but it’s been entirely true in my recent experience.

Emanuel and Alejandra are chefs. They met in Madrid. They are a couple, and they are parents. And, above all, they are the driving force behind Atalaya (@atalayarestaurante) which, thanks to their effort, constant work, and enthusiasm, has now become the third restaurant in Castellon province to earn a coveted Michelin Star. And a Repsol Sun.

It is located in Alcossebre, a small provincial town marked by the seasonality of its residents and for being off the beaten track. They have now given it a reason to visit. And that’s already saying a lot.

They position Castellon’s gastronomy at a level deserving of any province worth its salt. They offer tasting menus that range between €45 and €90 based on the number of courses. We ordered the Goleta, the most extensive of the three, and started off with some small bites, which were simply fine.

These were followed by the very good oyster with juice of “de penjar” (hanging) tomatoes, the Norway lobster in sundried tomato and lemon broth, the skate with beurre blanc, lemon gnocchi, and crunchy collagen (one of the stars of the menu, I’m loving this fish more and more!!), a wonderful hake in an emulsion of tellinas with charred snow peas, and the wild boar with pine oil pesto and pickled pine nuts. The menu includes a seasonal creamy rice, delicious in flavor and texture, which satisfies the urge to try rice dishes in one of the best places for it.

The desserts round out the culinary map of the area with a fresh milk cheese and beetroot, and the Sierra de Irta honey with bitter almonds.

I can see interest, dedication, and work behind the dishes, but also youth and a bit of inexperience. The service can occasionally be slow in the dining room. Despite the few tables, they should be able to expand it to be more agile and cadenced so you don’t have to ask for more water or wine. The wine list itself still leaves something to be desired.

Atalaya has embarked on its journey but needs to bolster its assertion of a region prolific in rices as well as many other gastronomic products, which I’m sure Alejandra and Emanuel will be putting to good use soon. I’ll be back next year, trusting that the experience will leave me more convinced than ever.