Con espectáculo, sala de fiestas en el Hotel Sofía BCN
El chef Carles Tejedor, buen amigo y gran profesional, se pone a los mandos del espacio, con una propuesta realmente sorprendente: 5 platillos fríos, 5 calientes y un segundo a escoger entre carne o pescado. Y logra combinar acertadamente la diversión de compartir un único servicio central para la mesa en forma de candelabro giratorio con el producto en mini raciones preparado con gusto y delicadeza. Entre otros se podrá degustar un delicado foie, un sorprendente canapé de cangrejo, un tartar de atún con toques cítricos y un exquisito rodaballo además de una bandeja final de dulces y chocolates a compartir. La opción de los cócteles se perfila como la más idónea pues nos dan las 7 opciones de los pecados capitales y yo me quedo con la lujuria como el más logrado de ellos… Un buen menú con la personal lectura de Tejedor que permite disfrutar de una buena cena entre amigos…
¿Pero qué pasa con el show?. La idea inicial es ambiciosa. Un club nocturno, un hotel de lujo, un salón con calaveras y luces bajas, tapizados rojos, sombras y susurros… Podría tratarse de París, de Nueva York o de Singapur… el ambiente creado por el magistral Jaime Beriestain te transporta a otro lugar del mundo…muy lejos…hasta que el show se inicia… La bienvenida promete, el show comienza y los bailarines y MC se presentan… pero el espectáculo se desinfla con cada paso. Carece de hilo argumental, de historia que transmitir, de sensaciones de las que apropiarse…Lamento que no acompañe en tempos y ritmos a la cena, que la intención se disuelva en un puñado de temas muy bailables desaprovechados y que no acompañe un in crescendo musical que permita terminar la cena bailando por todo lo alto y descubriendo el zuu (el lado más oculto de las personas)…En cuanto el espectáculo termina la música se hace eléctrica y omnipresente, casi ensordecedora, apropiándose para públicos más cercanos a la adolescencia que para la mayoría de la gente de mediana edad que ha disfrutado del ágape.
Un show que debe crecer y adaptarse para consolidarse como la oferta lúdica y rompedora que un hotel de esas características, un local de esa envergadura y un chef de ese buen hacer merecen…
Zuu, Barcelona. A new gastronomic-artistic project has arrived in Barcelona thanks to the recently renovated Sofia Hotel (now without the “Princess”). One of the hotel’s restaurant spaces has been transformed into a nighttime Cabaret Club, featuring the original combination of a burlesque performance and good cuisine.
With a show, in the banquet hall of Hotel Sofía BCN
Chef Carles Tejedor, a good friend and great professional, has taken charge of the space, which boasts a truly surprising culinary proposal: 5 small cold dishes, 5 hot ones and a second course for which you can choose between meat or fish. He expertly manages to combine the fun of sharing a single service in the center of the table in the form of a revolving candelabra with the product served up in mini portions and prepared both tastefully and delicately. Among the dishes, one can taste a delicate foie, a surprising crab canapé, a tuna tartare with citrus notes and an exquisite turbot, in addition to a tray at the end with sweets and chocolates for sharing. The cocktail menu is an absolutely fantastic option, with the 7 choices representing the capital sins – of which I think the best one is “lust.” A good menu where the personality of Tejedor shines through, making for an enjoyable meal between friends.
But what about the show? The initial idea is ambitious. A night club, a luxury hotel, a room decorated in skulls with dim lighting, red tapestries, shadows and whispers… You could be in Paris, New York or Singapore… the ambience created by the masterful Jaime Beriestain transports you to somewhere else in the world… far away… until the show begins… The start is promising, the show begins and the dancers and the MC come on… but the show goes flatter with every dish. There is no plot, no story to tell, no feelings to embrace. I’m sorry that it didn’t accompany the dinner in terms of tempos and rhythm, that the intention dissolves in a handful of danceable themes that are wasted and that don’t accompany a musical crescendo that allow one to finish the dinner dancing like crazy and discovering the zuu(people’s darkest sides)… As soon as the performance is over, the music goes electric and is omnipresent, almost deafening, which is more appropriate for younger audiences than for the majority of the middle-aged people that have just enjoyed the feast.
A show that needs to grow and adapt to establish itself as the entertainment and ground-breaking offering of a hotel of these characteristics and a place of this importance, as well as one that a chef of this caliber deserves.