Opción de hacer medias raciones de casi toda la carta. 1 Estrella y 2 Soles Repsol
Óscar Velasco y Montse Abella Salva. Ellos son quienes deben encabezar este post dedicado hoy al Restaurante Velasco Abellá. Son el alma mater del proyecto, los impulsores de un restaurante que, tras dos años de recorrido, apunta ya a convertirse en uno de los templos imprescindibles del «comer bien» en Madrid.
Tras una visita obligadísima (y pendiente desde hace meses), llegamos de la mano de Luís Suárez de Lezo a su mesa. Una reunión de trabajo fue el maravilloso motivo para degustar y conocer esta propuesta tan especial y única del matrimonio.
Montse nos recibe con su amplia y transparente sonrisa. Es una Maestra de Ceremonias única, distinguida y ejemplar. De esas personas que te aconsejan y te guían sin presión, con mucho cariño y con ese “estáis en casa” que tanto se aprecia al llegar a un lugar nuevo.
Óscar sigue siendo el chef brillante al que conocimos años atrás en Santceloni y que, con su buen hacer y profesionalidad, ha logrado un hueco imprescindible en el panorama gastro español. Juntos lo han conseguido.
Todo funciona en este local diáfano y tranquilo del barrio de Chamartín. Éxito total: una carta de altísimo nivel que puedes disfrutar a diario. Sin el encorsetamiento de un menú degustación obligatorio, pero con opciones para comer a la carta, pedir medias raciones o dejarse llevar por el chef. Esa flexibilidad otorga, además, un punto de comodidad al comensal que se agradece muchísimo.
Éxito también es recuperar propuestas clásicas en la trayectoria de Velasco, que no fallan ni bajan de nivel en la memoria. Tras unos pequeños entrantes a modo de aperitivo, arrancamos con unos guisantes con trufa (fuera de carta), últimos ya de la temporada. Seguimos con el clásico y delicioso ravioli de queso ahumado con hinojo y caviar. Aparece su versión de las gambas al ajillo con huevos fritos y patatas paja: un bocado tan simple como espectacular.
El mar y montaña alcanza aquí un nivel increíble con la combinación de alitas de pollo, bogavante y espinacas: único. Y rematamos con otro fuera de carta, las colmenillas. Un festival para cualquier mediodía, ocasión o momento.
Los postres, especialidad de Abella, llegan después de la selección de quesos (para quien los desee). Probamos el cremoso de chocolate blanco, pero hay opciones para los amantes del chocolate negro, la zanahoria o los cítricos. Rematan con unos estupendos petit fours que completan una comida llena de sorpresa y gratitud.
Un lugar al que hay que volver. Todas las (muchas) lecturas que he hecho de visitas lo confirman: un restaurante que aúna lo mejor de la alta gastronomía en un entorno cercano, humilde, sencillo y lleno de mucho trabajo. Trabajo que, sin duda, dará sus frutos. Segurísimo.
Option to make half portions of almost the entire menu. 1 Star and 2 Repsol Suns
Óscar Velasco and Montse Abella Salva. They are the ones who should head this post dedicated today to Restaurante Velasco Abellá. They are the alma mater of the project, the promoters of a restaurant that, after two years of travel, aims to become one of the essential temples of “eating well” in Madrid.
After a mandatory visit (and pending for months), we arrived at their table thanks to Luís Suarez de Lezo. A work meeting was the wonderful reason to taste and get to know this special and unique proposal of the couple.
Montse welcomes us with her wide and transparent smile. She is a unique, distinguished and exemplary Mistress of Ceremonies. One of those people who advise and guide you without pressure, with much affection and with that “you are at home” that is so appreciated when you arrive at a new place.
Óscar is still the brilliant chef we knew years ago at Santceloni and who, with his good work and professionalism, has carved an essential niche in the Spanish gastro scene. Together they have succeeded.
Everything works in this diaphanous and quiet place in the Chamartín neighborhood. Total success: a menu of the highest level that you can enjoy every day. Without the constraints of a compulsory tasting menu, but with options to eat à la carte, order half portions or let yourself be carried away by the chef. This flexibility also gives a point of comfort to the diner that is very much appreciated.
Another success is to recover classic proposals in Velasco’s trajectory, which do not fail or drop in level in memory. After a few small starters as an appetizer, we started with peas with truffle (off the menu), the last of the season. We continue with the classic and delicious smoked cheese ravioli with fennel and caviar. Then comes his version of garlic prawns with fried eggs and straw potatoes: a snack as simple as it is spectacular.
The combination of sea and mountain reaches an incredible level here with the combination of chicken wings, lobster and spinach: unique. And we finish with another off menu dish, the morels. A festival for any noon, occasion or moment.
Desserts, Abella’s specialty, come after the selection of cheeses (for those who want them). We tried the creamy white chocolate, but there are options for lovers of dark chocolate, carrot or citrus. They top it off with some great petit fours that complete a meal full of surprise and gratitude.
A place to return to. All the (many) readings I have made of visits confirm it: a restaurant that combines the best of haute cuisine in a close, humble, simple and full of hard work. Work that, without a doubt, will bear fruit. For sure.
