Es la barra informal del restaurante Varra, con una opción más gastronómica y elaborada.
Sí, lo sé… me hago pesada. Pero es que a mí una barra gastronómica ¡me puede!. Encontrar un lugar dónde los platillos sorprendan por su creatividad y buen hacer, el servicio sea ágil, diligente y preparado y uno se sienta rápidamente como en casa es como reafirmar que las cosas se siguen haciendo muy, muy bien.
¡Qué grata sorpresa!. Con una reserva a última hora de la noche hecha media hora antes nos encontramos en la puerta de @varramadrid. Una pequeña antesala, dominada por una barra abierta a la cocina y algunas pequeñas mesitas ocupan esta primera parte del restaurante que, más atrás, esconde el lugar más gastronómico, con una carta más temporal, de temporada y que, ya os digo, no tardaré en ir a probar.
Además, traspasar la entrada de un local y ver a alguien tan profesional y dispuesto como su director y summiller, @juanmagalanmalaga, multiplica el efecto sorpresa. “He visto el nombre en la reserva y os acabo de ver fuera y ya he ido a por algo muy especial…” nos dice con una magnífica botella ya seleccionada para nuestra improvisada e informal cena. ¡¡Ya me siento en casa!!. Nos aconsejan la cantidad de platillos a pedir y los que no nos podemos perder.
La cocina de @jorgevelascorz y @joaquinsjchef trabaja con temporalidad, producto y diversión. Las raciones de Varra Fina tienen entidad propia y dan la oportunidad de poder probar incluso en medias raciones para hacerse una idea de cómo de divertida puede ser la experiencia. Arrancamos con las magníficas croquetas de jamón, casi líquidas pero sabrosas. La tosta de gamba roja de Palamós con mantequilla semisalada es una opción que no puede faltar en vuestra comanda. ¡Fantástica!. Sigue en la misma línea la tosta dulce de anchoa, estupenda en el juego salado-dulce que propone y la ensaladilla rusa que probamos en un sólo bocado, apreciando la magnífica salsa que la amalgama y el buen hacer puesto en su elaboración, que se mantiene a temperatura ambiente sin pasar por nevera…¡cómo tiene que ser!. De las de toda la vida.
La oreja con salsa brava es un capricho que se convertirá en una necesidad futura… lo intuyo. Imposible olvidar la gelatina y la forma de adherirse a labios y dientes en su degustación. Y la tortilla abierta de kokotxas y piparras otra muy buena elección (aunque me quedo con las ganas de probar la de patata que no paro de ver en stories y posts de Instagram de los que ya la han probado). Cumplidísimos los postres Llegamos sólo a la torrija, sin espacio para más. De las mejores que he probado en los últimos años… Algún día hay que hablar de la proliferación de las torrijas en las cartas de postres y de lo poco elaboradas que se encuentran. En Varra Fina es de 10.
Mención especial a los amabilísimos camareros. Rápidos, simpáticos, atentos, diligentes, observadores… Y la batuta de Juanma, de esas que no se olvidan. Saber dirigir un lugar es exactamente lograr lo que nos pasó a nosotros. Desear volver con amigos, decidir qué día tenemos libre para probar la planta superior y apuntarlo en nuestra lista de “barras favoritas” de Madrid. Porque sobra decir que la selección de vinos es magnífica, con propuestas a la altura de los que busquen también un buen lugar de caldos. Y, para los que prefieran cenar con refresco o cerveza la cuenta les puede salir por menos de 40€. Magnífica relación calidad-precio.
¡¡Felicidad hoy, en nuestro diccionario, se escribe con V de Varra!!
It is the informal bar in Varra restaurant, with a more elaborate gastronomic option.
Yes, I know … I’m a broken record. But I just can’t resist a gastro bar! Finding a place where the small plates surprise with their creativity and expertise, where the service is agile, diligent, and prepared, and where you immediately feel right at home just reaffirms that things are still being done very, very well.
What a lovely surprise! With a late table reserved just a half hour ahead of time, we found ourselves at the entrance to Varra Madrid (@varramadrid). A small lobby dominated by a bar opens to the kitchen and some small tables occupy this first area of the restaurant. Further back is the more culinary space with a more timely, seasonal menu that, mark my words, I’ll soon be back to try.
Plus, entering a locale and encountering someone as professional and prepared as its manager and sommelier Juanma Galán (@juanmagalanmalaga) only heightens the surprise. “I saw the name on the reservation and I just saw you outside and I already went for something very special …” he tells us with a wonderful bottle already chosen for our improvised and informal dinner. I already feel right at home! He advises us on the number of small plates to order and those we shouldn’t miss.
The cuisine of Jorge Velasco (@jorgevelascorz) and Joaquin Serrano (@joaquinsjchef) works with seasonality, product, and playfulness. The dishes at Varra Fina have a distinct identity and there’s even an option to order half portions to get a good idea of how fun the experience can be. We started with the wonderful ham croquettes, which were nearly liquid but flavorful. The Palamós prawn toast with semi-salted butter is a must-order. Fantastic! Following in the same line is the sweet anchovy toast, with its stupendous play between sweet and savory, and the Russian salad which we ate in a single bite, appreciating the magnificent sauce that binds it and the expertise evident in its preparation — keeping it at room temperature without refrigeration … like it should be! The old-fashioned way.
The pig’s ear with Brava sauce is an indulgence that will become a necessity in the future, I can sense it. The gelatine and how it sticks to your lips and teeth as you eat it is impossible to forget. The open tortilla of cod’s cheeks and piparra peppers is another great choice (though I didn’t get to try the potato omelet that I’ve seen in so many Instagram posts and stories). The desserts are extremely on point. We only ordered the French toast, as we were too full for anything else, and it was among the best I’ve had in recent years. One day I’ll have to talk about the proliferation of French toast on dessert menus and how most of them fall short. At Varra Fina it’s a 10.
Special mention to the super friendly waitstaff, who are fast, kind, attentive, diligent, and observant. And Juanma’s leadership is unforgettable. Knowing how to run a place means achieving exactly what happened in our case. We left wanting to come back with friends, choosing a day on the calendar to try the upper floor, and noting it on our list of “favorite bars” in Madrid. Because, needless to say, the wine selection is wonderful, with options appropriate for wine enthusiasts. And for those who prefer to dine with a soft drink or beer, the bill can come to under €40, a great value.
What more could we ask for?