En la esquina del Kursaal. Propuesta informal y divertida de Andoni Luis Aduriz.

Contaré la historia previa a la visita.

En la boda de nuestros queridos @david_castillo y @ramonfreixa (¡vaya bodorrio, aún resuenan las campanas!) le comentamos a @andoniluisaduriz que teníamos reserva de cena para ir a celebrar el 25 Aniversario de @mugaritz. Andoni, irónicamente divertido, nos dijo “id comidos”. Así que, dicho y hecho, poco después, y alentados por un montón de amigos, reservamos en @mukadonostia, una de las últimas aperturas de la ciudad, regentada por el propio Aduriz.

El emplazamiento es inmejorable, justo en la esquina que bordea el @kursaaldonostia. Aunque, tengo que reconocer, el espacio me desconcertó. La entrada es en piedra y gris, casi industrial y el espacio se abre diáfano y en maderas claras, con sillas y mesas en armonía, sin manteles y con la cocina-robada abierta a una pequeña barra y todos los comensales. No percibí la calidez en el ambiente que, sin embargo, nos llegó instantes después en modo de grandísimo recibimiento y acogida por parte del personal. Y ya no os digo nada cuando llegó la comida…

Tras la elección del vino y dejándonos llevar por la magnífica selección de menú que nos había preparado el Jefe de Cocina, @mendafin (Juan Vargas) un encantador chef que nos guió, ayudó y convirtió nuestra comida en una cita inolvidable, arrancamos motores.

Fuego y brasas. Una robata como protagonista. Chispeos y candelas que, sin inundar el ambiente, lo convertían en cálido y especial. Empezamos con el pan a la brasa, berenjena y piñones. Para abrir boca. Y un delicioso aceite @solo_aceite que terminamos casi sin empezar el menú. Abre la remolacha asada con cuajada ácida y cítricos. ¡Alerta! Paladar preparado y toda nuestra atención puesta. Llegan las anchoas marinadas con limón y garum (impresionantes) y siguen las vainas tiernas con jamón ibérico de bellota….¡tan sencillo y tan delicioso!. Crujientes, untuosas y sabrosas. Bravo.

Momento del, para mí, plato estrella del menú. El pimiento de cristal y su pil-pil. Coincidimos los 4 comensales en repetir. ¡Nos podríamos comer 5 seguidos! Una excelencia de plato que se graba a fuego en nuestras memorias. Últimos pases de pescado por el txipirón con jugo de cebolla y los hongos con piñones antes de llegar a la carne. Una pieza asada perfectamente, en su punto y acompañada de una fresca y rizada escarola con ese sabor tan propio y especial de la verdura recién cogida. Rematamos el menú con el higo y helado de leche fresca y el pastelito vasco, aún templado.

Lo ideal es, como hicimos nosotros, compartir varios platos de la propuesta gastronómica (que también se puede hacer con menú degustación de 6 pases por poco más de 50€). La pureza del producto, la caricia del fuego, el aroma de la brasa y la simplificación de las salsas y fondos tienen un sentido total en el lugar que, por cierto, ofrece una adecuada carta de vinos centrada en pequeños productores con algunas referencias naturales y ecológicas.

Qué gratas sorpresas nos sigue dando este maravilloso y comestible País Vasco. Muka será un exitazo. Lo auguro. Por su personal, su sello y su sencillez. Y, sobretodo, por la honestidad de Juan, Andoni y todo el equipo de cocina, que juegan al fuego, que prenden llama para recoger después.


On the corner of the Kursaal. Fun and informal restaurant from Andoni Luis Aduriz.

I’ll tell the story of how we came to visit.

At the wedding of our dear friends @david_castillo and @ramonfreixa (such a blow-out wedding, the bells are still ringing!), we told Andoni Luis Aduriz (@andoniluisaduriz) that we had dinner reservations to go celebrate the 25th anniversary of Mugaritz (@mugaritz). Andoni, wryly amused, told us to “eat beforehand.” No sooner said than done, and shortly after, spurred on by tons of friends, we booked at Muka (@mukadonostia), one of the city’s newest restaurants, run by Aduriz himself.

The location is unbeatable, right on the corner that skirts the Kursaal (@kursaaldonostia). Though I must admit, the space took me aback. The entrance is in stone and gray, nearly industrial. The space is a diaphanous room of light woods with harmonious chairs and tables without tablecloths, and a kitchen open to a small bar and all the diners. I didn’t perceive the warmth of the atmosphere that, nevertheless, hit us just moments later in a tremendous greeting and welcome from the staff. And that’s saying nothing about what happened when the food came…

After choosing the wine, we surrendered to the wonderful menu selection prepared for us by the Head Chef Juan Vargas (@mendafin), a charming man who guided us, helped us, and made our meal an unforgettable event.

Fire and coals. A robata grill as the star. Sparks and sizzles that, without overwhelming the atmosphere, turn it into something warm and special. We started with the grilled bread with eggplant and pine nuts to whet our appetite. And a delicious Solo Aceite (@solo_aceite) oil that we nearly finished before the tasting menu even began. The first course is a roasted beetroot with sour curd and citrus fruit. Take note! Our palates were ready and we were fully focused. The marinated anchovies with lemon and garum (impressive) were followed by the tender beans with acorn-fed Iberico ham…so simple and so delicious! They are crunchy, unctuous, and flavorful. Bravo.

Then came what was, to me, the star of the menu: the cristal pepper and its pil-pil. All four in our party agreed to order another. We could have eaten five in a row! It’s a quintessential dish that has been burned into our memories. The final fish courses before the meat arrived were the squid and onion juice and the mushrooms with pine nuts. The meat was perfectly roasted, cooked exquisitely, and paired with fresh curly escarole that had that characteristic special flavor of freshly harvested vegetables. We finished the menu with the fig and fresh milk ice cream and the Basque pastry, still warm.

It’s best to do what we did and share several dishes from the menu (which you can also do by ordering the six-course tasting menu for just over €50). The purity of the product, the caress of the fire, the aroma of the coals, and the simplification of the sauces and bases make total sense in a place that, incidentally, also has a good wine list focused on small producers with some natural and organic options.

What lovely surprises this wonderful and edible Basque Country keeps giving us. Muka will be a major success. I’m calling it. For its staff, its signature, and its simplicity. And, above all, for the honesty of Juan, Andoni, and the entire kitchen staff, who play with fire and spark the flame to then reap its best rewards. Andoni, a cooking friend who’s good with words, could not have found a better one with which to name his restaurant. Muka: ash from the fire. I’ll top it off with two more that I like: Congratulations. Thank you.