Esther y Manuel, jefa de sala y chef, son pareja en la vida real.
Nueva parada en nuestro camino teatral y gastro. Pequeñas maravillas que nos sigue descubriendo la posibilidad de viajar y hacer parada y fonda en lugares de España, en este caso, desconocidos para mí como Valladolid.
Sabéis bien mi gusto por pequeños locales, con un proyecto personal a las espaldas y mucho que ofrecer. Nos encontramos frente a uno de ellos.
Me gusta leer que este tipo de restaurantes tienen “alma de bistró” pero no entiendo porque no se les denomina bistró directamente… Reza el diccionario de la RAE que el bistró es un “pequeño restaurante popular de estilo francés”. Creo que cumple todas las características de nuestra parada de hoy.
Manuel Soler y Esther Ovejero son pareja y los artífices de que la popularidad de este local sume cada día nuevos adeptos. Doy fe porque realicé la reserva con bastante antelación y porque durante el ágape de @carloslatre y mío no pararon de entrar personas a solicitar mesa, ver la oportunidad de tener un hueco libre o, simplemente, reservar para otro día. Sin parar.
No me extraña.
@lacocinademanuelvalladolid es ese lugar dónde comes bien, te atienden bien y siempre apetece volver. Hay platos en la carta (unas 20 referencias) que son perennes desde sus inicios pero la carta de mercado permite tener cada día platos del día o propuestas que el chef, @manuelsolerg elabora en función del producto estacional.
Nos dejamos recomendar por @esther_ovejero_ a los mandos de un servicio todavía escaso e inexperto en las lides de atender las mesas con diligencia y premura pero bajo la batuta de la jefa de sala, pendiente de cada movimiento y con buena intuición organizativa al respecto. De los pocos aspectos a mejorar.
Arrancamos, bajo su recomendación, con el tomate asado relleno de langostinos y puerros. Uno de los platos estrella. Casi todas las mesas tienen uno como inicio. Realmente bueno y muy interesante por la propuesta del pesto logrado con el jugo de sus cabezas.
Probamos el templado y suave escabeche de codorniz al palo cortado, el huevo a baja temperatura con texturas de coliflor y panceta y rematamos con las manitas de cerdo deshuesada con crema de batata al curry (deliciosas) y las albóndigas de presa ibérica al curry rojo, muy bien compuestas y logradas.
Hay un trato delicado y coherente en los platos, se nota el trabajo de Manuel con grandes de la cocina como mi querido @francispaniego o los excelsos @cellercanroca. Y, lo más importante, ha sabido arraigar en su tierra todo el conocimiento adquirido versionando e ideando nuevas formas de tratar la cocina vallisoletana desde la sinceridad, la verdad y la pasión. Un sitio de esos que recomiendas y acompañas con el “volverás, se come muy bien…»
Una curiosidad. Cada uno de los temas musicales que suenan durante el servicio valen la pena. Grandes temas clásicos de todos los tiempos que permiten que Sinatra, Whitney o Barbra acompañen en el disfrute de la comida. Un privilegio.
Esther and Manuel, the maître d’ and the chef, are a couple in real life.
Another stop on our theater and gastro journey. We continue to discover small wonders along our travels to parts of Spain previously unknown to me, this time in Valladolid. You know how much I love a small restaurant with a personal project behind it and much to offer. This is one of those cases.
I like reading that this type of restaurant has a “bistro soul” but I don’t understand why they don’t just come right out and call them bistros. The Royal Spanish Academy (RAE) dictionary defines a bistro as a “small popular restaurant in the French style.” I think our stop today fulfills all the characteristics.
Manuel Soler and Esther Ovejero are a couple and the reason this restaurant keeps gaining in popularity and fans every day. I can vouch for that, because I made our reservation well in advance and during my meal with Carlos Latre (@carloslatre) people never stopped coming in to ask for a table, to see whether they’d be lucky enough to get in, or to book for another day. It was non-stop. I’m not surprised.
La Cocina de Manuel (@lacocinademanuelvalladolid) is the type of place where you eat well, enjoy good service, and always want to come back. There are some perennial dishes (around 20) that have been there forever, but the market-based menu makes it possible for daily specials or suggestions from the chef Manuel Soler (@manuelsolerg) prepared using seasonal products.
We went with the recommendations of Esther Ovejero (@esther_ovejero_) who runs a service that is still a bit inexperienced and scarce in terms of diligence and urgency, but under the leadership of a maître d’ who is attentive to every movement with good organizational intuition. It’s one of the few areas that could use some improvement.
We began, at her recommendation, with the roasted tomato stuffed with prawn and leeks: one of the star dishes. Nearly every table had one as a starter. It’s really good and very interesting, with a pesto made from the heads of the prawns.
We tried the warm and mild quail escabeche with Palo Cortado sherry, the sous vide egg with textures of cauliflower and pancetta, and finished with the boneless pig’s trotters with curried creamed sweet potato (delicious), and the Iberico presa meatballs with red curry, very well composed and accomplished.
The plating is delicate and consistent, demonstrating the fruits of Manuel’s time working with culinary giants like my beloved Francis Paniego (@francispaniego) and the sublime Roca brothers (@cellercanroca). And, most importantly, he has managed to root all his knowledge in his homeland, adapting and coming up with new ways to prepare Valladolid cuisine from a place of sincerity, truthfulness, and passion. It’s one of those places you recommend by saying “you’ll want to go back, the food is fantastic.”
One curious note: every single song that played during the meal was excellent. There were great classics from every decade, allowing you to enjoy your meal accompanied by Sinatra, Whitney, and Barbra. What a privilege.