Uno de los bistrots más antiguos de París.

¡Cómo me gusta el olor de un buen bistró francés nada más aterrizar en París!. Es maravillosa esa sensación que transmite sentarte en uno de ellos, envolverte del agradable servicio de sus camareros, generalmente vestidos de negro con ese porte tan galo…La carta es una inmersión en los platos y sabores más típicamente franceses.

Con la ayuda de Albert Adrià (gràcies amic!!!) y los consejos del jefe de sala, decidimos hacer el menú en el que una de las opciones permite hacer una pequeña degustación de todos los entrantes, un plato principal y todos los postres por sólo 39€…¡una magnífica opción para probar varios platos de este restaurante, asesorado por el gran Alain Ducasse!

Llegan en primer lugar (tras el delicioso bocado del pan con queso) el maravilloso pâté en croûte, el confit de pato o el huevo mimado con patata y trufa, una pequeña selección de esta casa de comidas dónde, a nuestro lado, un ejecutivo se sienta y tras una cazuela de cassoulet (guiso a base de judías negras y distintos tipos de carne) y dos buenas copas de vino, abandona la mesa apenas 20 minutos después. Una “comida express” sin nada de fast food…maravilloso.

Una untuosa y sabrosa crema relaja nuestro estómago antes de los principales, el delicioso cordero guisado con patatas y la tarrina de morcilla con manzana y puré de patata, una delicia.

La explosión final llega con el surtido de postres: la tarta de mazapán, los profiteroles con chocolate caliente, el savarin (bizcocho empapado en armagnac) con nata y el clásico milhojas francés….un derroche de dulzor y toque francés (con la temperatura adecuada para el chocolate caliente o la tarta) que certifican que hemos llegado a la cuna del savoir faire y el arraigo más clásico a los platos de siempre.

Si viajáis a la capital del Sena y queréis probar lo mejor de la gastronomía francesa, en un ambiente inmejorable y a un muy buen precio (hay 3 opciones de menú a 32€, 34€ y 39€), no lo dudéis, ¡este es vuestro sitio!.


One of the oldest bistros in Paris.

How I adore the aroma of a good French bistro upon landing in Paris! How wonderful that feeling of sitting down in one of them, immersing yourself in the pleasant service of its waiters, who are generally dressed in all black with that most French of demeanors. The menu is an immersion in the most typically French dishes and flavors.

With the help of Albert Adrià (thanks a million!!!) and the advice of the head waiter, we opted for the fixed-price menu of a small appetizer sampler, one main, and all the desserts for just €39. It’s a fantastic way to try several dishes from this restaurant, which is supervised by the great Alain Ducasse!

After the delicious bite of bread with cheese, the first to arrive is the wonderful “pâté en croute”, the duck confit, and the pampered egg with potato and truffle, a small selection from this eatery where, to one side of us, an executive sat down, finished off a portion of cassoulet (stew of black beans and different types of meat) and two hearty glasses of wine, and left the table just 20 minutes later. It’s an express lunch with no fast food in sight…wonderful.

A velvety and flavorful cream soup soothes our stomach before the arrival of the mains: the delicious stewed lamb with potatoes, and the terrine of black pudding with apple and potato puree, scrumptious.

The final explosion comes with the dessert sampler: the marzipan cake, the profiteroles with hot chocolate sauce, the “savarin” (sponge cake soaked in Armagnac) with whipped cream, and the classic French “millefeuille”. It’s a profusion of sweetness and French flair (with the right temperature for the hot chocolate and the cake) certifying that this indeed is the birthplace of “savoir faire” and the most classic connection to traditional cooking.

If you travel to the City of Light and want to try the best of French cuisine in an unbeatable setting and at a great price (there are three menu options for €32, €34 and €39), look no further, this is the place for you!