En un paraje único, con vistas a la bahía desde el Monte de San Pedro, junto a las baterías de artillerías que protegían la ría. 1 Estrella Michelín y 2 Soles Repsol

Con vistas a la bahía desde el Monte de San Pedro, junto a las instalaciones artilleras que oteaban y protegían el lugar desde lo alto, este paraje único acoge el Restaurante Arbore da Veira, una grata sorpresa en nuestra reciente visita a A Coruña. Un comedor abierto al mar, que recoge ya desde su arranque, la filosofía del mar como emblema y la delicadeza de la técnica como acompañamiento del producto.

El chef Luís Veira, con amplia tradición marinera y culinaria, recoge en un menú de clara esencia marítima y local, una propuesta que permite conocer la zona y sus excelentes manjares.

La fiesta marinera se abre con unos aperitivos de bienvenida con tostada de tinta de calamar con boquerón, pepino encurtido en miso con queso, esferificación de aceituna, pan de bao con pulpo a feira y mini hamburguesa de oreja de cerdo. Acertadísimos y perfectos para empezar. Tradición y juego. Divertidos sabores de siempre con nuevas formas y técnicas.

El menú arranca con el percebe como protagonista en una espuma de bacalao y almejas con lentejas. Acierta plenamente con la raya y mantequilla con caviar (que delicia), sigue con el mollete relleno de pollo de corral con salsa de berberecho y gamba, un mar y montaña de nivel. La “cereza que cayó del árbol” es un divertido entreplato que ofrece un bombón de foie relleno de cereza. Me sigue encantando la propuesta de combinar un toque dulce con los salados como adictivo juego de combinación de sabores para el paladar.

Como principal, una buena merluza al vapor, nuevamente protagonismo absoluto del producto. Bravo.

Los postres aparecen con la piña estofada con aguacate y merengue y un cremoso de coco, frambuesa y helado de cilantro. Muy correcto. Se completa la experiencia con los petit fours, fantásticos.

Por menos de 100€ la experiencia tiene diferentes versiones en función de los pases que se deseen y ofrecen también propuesta a la carta. Un lugar que respira libertad, salinidad y pureza y una experiencia que, pese a que posts como estos, la “descubren» (algo que el chef lamenta porque resta parte del encanto según he leído en alguna entrevista) me permito decir que debe descubrirse in situ. Jamás lo leído ni lo visto sustituirá a la experiencia.

Quizás si con estas muestras por escrito “ayudamos” a la difusión del maravilloso trabajo que se hace en lugares así, pueda ser positivo para todo el mundo. Abriremos este debate otro día…

In a unique setting, overlooking the bay from Monte de San Pedro, next to the artillery batteries that protected the estuary. 1 Michelin star and 2 Repsol Suns

Overlooking the bay from Monte de San Pedro, next to the artillery installations that scanned and protected the area from above, this unique location is home to the Arbore da Veira Restaurant, a pleasant surprise on our recent visit to A Coruña. A dining room open to the sea, which from the outset embodies the philosophy of the sea as an emblem and the delicacy of technique as an accompaniment to the product.

Chef Luís Veira, with a long seafaring and culinary tradition, offers a menu with a clear maritime and local essence, a proposal that allows you to get to know the area and its excellent delicacies.

The seafood feast begins with welcome appetizers of squid ink toast with anchovies, miso-pickled cucumber with cheese, olive spherification, bao bread with octopus a feira, and mini pork ear burgers. Spot on and perfect to start with. Tradition and playfulness. Fun, familiar flavors with new forms and techniques.

The menu starts with barnacles as the star ingredient in a cod and clam foam with lentils. The skate and butter with caviar (delicious) is a great choice, followed by a free-range chicken-filled muffin with cockle and shrimp sauce, a top-notch surf and turf dish. The “cherry that fell from the tree” is a fun intermediate course offering a foie gras bonbon filled with cherry. I still love the idea of combining a touch of sweetness with savory flavors as an addictive play of flavors for the palate.

For the main course, a delicious steamed hake, once again allowing the product to take center stage. Bravo!

The desserts include stewed pineapple with avocado and meringue, and a creamy coconut, raspberry, and cilantro ice cream. Very good. The experience is rounded off with fantastic petit fours.

For less than €100, the experience has different versions depending on the number of courses you want, and they also offer an à la carte menu. It is a place that exudes freedom, salinity, and purity, and an experience that, despite posts like these “revealing” it (something the chef regrets because it takes away some of the charm, as I have read in an interview), I would say should be discovered in person. Nothing you read or see will ever replace the experience.

Perhaps if, with these written samples, we “help” to spread the word about the wonderful work being done in places like this, it could be positive for everyone. We’ll open this debate another day…