1870, Marbella, Málaga

De la mano de Aitor Perurena encontramos uno de los restaurantes más destacados del panorama marbellí, 1870. Este chef vasco ofrece, en una antigua fábrica de ron, reconvertida ahora en una acogedora y preciosa sala, una cocina depurada, sencilla, de producto y efectiva. Llama la atención la ubicación del lugar, justo en una Carretera Nacional, casi como de un bar de carretera se tratara. Pero el interior acoge uno de los lugares más bellos y sosegados del ajetreado verano marbellí.

Con gran terraza en un edificio del sigo XIX

El bacalao en su punto, fresco y aderezado con salsa de miso negro y noodles en salsa de ostras. Las kokotxas de bacalao en salsa verde con almejas una delicia. Y el steak tartar acertado en el punto de picante que solicito (que generalmente no se acierta…) aunque falto de un acompañamiento de patatas fritas que se agradecerían.

Nos recomiendan el canelón de centollo y carabinero en su infusión, uno de los clásicos que, efectivamente, se convierte en uno de los mejores platos de la noche, y degustamos también la ensaladilla rusa con pulpo, original y acertada.

Una cena clásica, quizás en un exceso formal, pero correctísima en el servicio de sala, amable y eficiente. Una oportunidad más de demostrar que en Marbella no todo es desenfreno. Que los lugares con solera y distinción de la ciudad le otorgan calidad gastronómica y mucho por recorrer.


From Aitor Perurena comes one of the most outstanding restaurants on the Marbella food scene: 1870. In a former rum factory now converted into a cosy and charming dining space, this Basque chef offers simple, refined, ingredient-driven, functional cuisine. Its location, right off a National Highway, as if it were a typical roadside bar, is surprising. But inside you’ll find one of the most beautiful and peaceful havens from the bustling Marbella summer.

The cod is lightly salted, fresh, dressed with black miso sauce, and served with noodles in oyster sauce. The cod cheeks in green sauce with clams are pure pleasure. And the steak tartare came with just the right amount of spice (often a difficult feat …), though some chips on the side would have been welcome.

In a 19th century building with a large terrace

They recommended the cannelloni of king crab and scarlet shrimp in their juices, a classic that indeed was one of the best dishes of the evening, and we also tried the Russian Olivier salad with octopus, which was original and hit the mark.

Expect a classic dinner, perhaps a bit too formal, but quite correct in terms of friendly and efficient service. It’s just one more example that there’s more to Marbella than decadence. And that the city’s traditional and distinctive restaurants boost its gastronomic quality and show that it has much room to grow.