Su copropietaria, Ana Losada, fue escogida mejor sumiller.

Mucha gente llega al lugar atraída por la magnífica carta de vinos (que atesora más de 300 variedades) y buscando un lugar dónde tomarse una copa y “picar algo”. Y la sorpresa llega cuando la comida se sitúa al mismo nivel que los caldos…ahí radica una magnífica sorpresa positiva.

En plena calle Narváez David Moreno y Ana Losada regentan Zalamero Taberna, escogido como uno de los mejores lugares de Madrid dónde tomarse un vino. En los aledaños del retiro el local está presidido por una gran barra y un pequeño pero acogedor salón interior.

Los sumilleres te acogen con gran cercanía y ayuda, y te orientan en los platillos que se descubren en una carta tan sugerente como curiosa. Nos recomiendan la molleja guisada con oreja crujiente y resulta ser uno de los platos estrella de la cena; un bocado sugerente, menos grasiento de lo que se podría esperar y con la melosidad y gelatina justas para rechuparse los dedos varias veces. Muy buena la ensaladilla con ventresca de atún, las croquetas tanto de pollo rustido como de gambas al ajillo y la tortilla abierta con papada de ibérico y tirabeques.

El servicio es amable, cumplido y generoso. La selección de vinos, adecuada y el ambiente para la cena idóneo. Me gustan mucho estas tabernas de Madrid dónde tomar un vino se convierte en un aperitivo y degustar una botella en una cena holgada y satisfactoria. Una sorpresa siempre positiva que se degusta aún mejor en buena compañía y gratificante conversación con Cristina Pardo.


Co-owner Ana Losada was named best sommelier.

Many people come here drawn by the magnificent wine list (featuring over 300 varieties) and looking for a place to have a drink and a bite to eat. And they are surprised to discover that the food lives up to the standard set by the wines… a wonderful surprise indeed.

The heart of Calle Narváez is where David Moreno and Ana Losada can be found running Taberna Zalamero, named one of the best places in Madrid to have a wine. Near the Retiro Park, the location features a large bar and a small but cozy interior dining room.

The sommeliers provide a warm welcome and assistance, guiding you through the small plates featured on the menu that’s equal parts evocative and curious. Our recommendations included the stewed sweetbreads with crunchy pig’s ear, which turned out to be one of the highlights of the dinner: an intriguing bite, less greasy that you might expect, and with just the right amount of sweetness and gelatin to have you licking your fingers over and over again. Also great were the Russian salad with tuna belly, the croquettes of rotisserie chicken and of prawns cooked in garlic, and the open Spanish omelet with Iberico dewlap and snow peas.

The service is friendly, dutiful and generous. The wine selection is appropriate and the dinner atmosphere is ideal. I’m a big fan of these Madrid taverns where having a glass of wine turns into hors d’oeuvres and having a bottle turns into a plentiful and satisfactory dinner. It’s an endlessly positive surprise that is enjoyed even more with good company and great conversation.